martes, 20 de agosto de 2002

El Vuelo del Avro Gospord


    El día 3 de octubre de 1928, y en forma pública,  el Sargento del Ejército -piloto militar- Alejandro Yubel,  realizaba con gran éxito el vuelo inaugural del “primer avión producido en la Fábrica Militar de Aviones”, acontecimiento que es un hito importante por sus características  y por su proyección en la labor de los argentinos para desarrollar la industria  aeronáutica nacional y que realmente es tan poco rememorado en estos tiempos.

   Hacía muy pocos meses que la Fábrica  había inaugurado a escasos kilómetros de la ciudad de Córdoba  su “Primera Sección” Desde ese comienzo se había iniciado la producción bajo la conducción de su primer Director, el Mayor  Ingeniero Aeronáutico Don  Francisco de Arteaga, de la primera serie de los  aviones biplano Avro Gosport, para entrenamiento y formación de pilotos en la Escuela de Aviación del Ejército, que por aquellos años funcionaba en la localidad de El Palomar, provincia de Buenos Aires.

    Este era un avión biplano monomotor de escuela y acrobacia, con estructura de madera  en su fuselaje y superficie alar, revestido en tela con dope de alta resistencia, poseía un motor rotativo mono válvula Gnonme de 100 CV y alcanzaba una velocidad de 145 Km. un radio de acción de 300Km. y una altitud de vuelo de 4500 metros.  Se produjeron una serie de 33 aeronaves. La construcción de los mismos y su motor se efectuó bajo licencia, en virtud de que era un aparato de origen Inglés, pero cada parte fue producida íntegramente en la Fábrica de Aviones, habiendo ingresado solamente las piezas de fundición en bruto desde Inglaterra para el mecanizado de los componentes de los primeros motores, mientras que los restantes fueron fundidos en los talleres del Ferrocarril Argentino ubicados en la ciudad de Cruz del Eje de la provincia de Córdoba con óptimos resultados.

    Cuando salió de producción el primer avión  se le realizaron todos los ensayos de funcionamiento hasta llegar al día de su primer vuelo, el piloto de pruebas  designado para efectuar el mismo era el Sargento Honorio Rodríguez, quien fue posteriormente el primer piloto de pruebas que contó el país para ensayar los aviones que salían de producción, pero en virtud que el General de Sanidad del Ejército debía concurrir de manera impostergable a  la hermana República de Paraguay para realizar  un reconocimiento sanitario, solicitó volar con Rodríguez  y fue así que el ministro de Guerra hizo designar a un piloto reemplazante que fue el Sargento Primero  Yubel, quien arriba por ferrocarril  unos días antes para realizar el estudio y ensayos de la nueva aeronave.

   Con gran entusiasmo  y a la hora convenida el avión estaba listo para enfilar hacia la pista de tierra de la Fábrica de Aviones. Los técnicos, mecánicos, e ingenieros, efectuaron los últimos chequeos de la aeronave y el piloto revisaba una vez más los comandos y las superficies móviles del avión  mientras recibía directivas del director de la Fábrica y del ingeniero de producción sobre los parámetros a considerar en ese primer vuelo. A unos setenta metros de distancia y en forma expectante se encontraban todas las autoridades invitadas, la prensa y él público en general.  Al final el Sargento Yubel sube al aparato y lo coloca en marcha, pero en ese momento quizás por la misma emoción, el piloto inyecta demasiado combustible y el motor sufrió un principio de incendio, el cual fue corregido en el acto  iniciando nuevamente  el arranque de manera normal. Luego de varios minutos  de marcha controlada a media potencia, el director de la Fábrica da la orden de partida levantando su mano derecha en señal de éxitos. El  piloto soltó los frenos del aparato y enfiló suavemente  hacia la pista  para luego en la cabecera de la misma  virar rumbo al norte y dar inmediatamente motor a pleno iniciando un suave e impecable decolaje.  Así la aeronave fue tomando altura para pasar luego sobre las instalaciones de la Fábrica,  mientras la concurrencia vivaba y saludaba con pañuelos en alto celebrando el destacado acontecimiento. Luego de 12 minutos de impecable vuelo aterrizó el Avro y  sin cortar  motor realizó su segundo vuelo con el mayor de Arteaga en carácter de director de la Fábrica y él último vuelo de ese día lo realiza con el ingeniero de producción  don Ambrosio Taravella quienes estuvieron algo más de 20 minutos y el piloto realizó varias acrobacias muy básicas. Después de este último ensayo regreso nuevamente el Avro a su mismo punto de partida en donde los mecánicos  revisaban el avión, mientras la prensa hacia su trabajo y los fotógrafos tomaban sus postales para ser publicadas al día siguiente en muchos periódicos del país, en donde Yubel, de Arteaga y Taravella fueron las figuras centrales de aquel día tan emotivo y cargado de historia para nuestra industria aeronáutica.

   Los Avro Gosport prestaron excelentes servicios al país por muchos años, especialmente en la formación de pilotos. Este acontecimiento fue el puntapié  inicial de la labor ejecutada por tantos hombres capaces que abrieron una ventana a las posibilidades de crear una industria innovadora que se proyectaría con el correr de los años y contribuiría a engrandecer y multiplicar la ciudad de Córdoba. El Gosport fue el comienzo y aún perdura en el recuerdo y la nostalgia de muchos cordobeses.  Dicen que   en las tardes muy serenas se siente su inconfundible ronronear  con un planear seguro, suave y muy alto, demasiado alto, y se niega a efectuar el aterrizaje final. Él está en constante espera, soñando en las alturas mientras vuela, para que la industria aeronáutica se reactive en nuestro país.





Walter Bonetto
20 de agosto de 2002
Diario PUNTAL ciudad de Río Cuarto

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