lunes, 28 de junio de 2010

Opinión: La Corrupción persigue a los argentinos



     Es preocupante pensar  en los niveles de corrupción que se manifiestan en Argentina. Realmente estos son verdaderos escándalos que se van sucediendo de manera constante y que nunca terminan de extinguirse, al contrario, van floreciendo y parece que echaran fuertes raíces consolidando posiciones y volviéndose rutina. Es así como la sociedad honesta y trabajadora, aunque no siempre lo advierte, debe convivir  con personas  corruptas,  que apoyándose en los negocios, generalmente del estado, terminan viviendo con el método de la trampa.

     Lamentablemente ya sabemos que nuestro país ocupa un lugar muy  importante entre los países con alta corrupción  del mundo, pero lo más preocupante es que esta es una ancha calle que no presenta fin, al contrario, por los episodios escandalosos que ocurren, siempre tiene luz verde para continuar, aunque en ese continuar se lleve las esperanzas de quienes apostan al trabajo y a los valores honestos  de la vida. Hasta ahora la justicia no alcanza para combatir contundentemente este flagelo  porque la corrupción a terminado en muchos casos  burlándose de esta y de sus leyes, mostrando una fortaleza de sobrevivencia poco común y de un gran poder para imponer el método de la trampa como sistema casi permanente, todo en contra de la organización del estado ya sea nacional, provincial y hasta municipal.  

     Las personas corruptas surgieron y surgen como un grupo mercenario de vanguardia muy bien organizado que aparecen por todos lados usando todas las artimañas posibles y   que tiene el firme y claro  propósito  de estafar al prójimo perturbando contundentemente a las organizaciones permisibles, las que terminan no siendo pocas. Uno de sus primeros objetivos es infiltrarse en las organizaciones del estado generalmente a través de la política. La sociedad así pierde valores y no se premian las buenas costumbres, la honestidad, ni el trabajo, y el país todo queda al borde de la decadencia, entonces se observan personas y personajes que “de la noche a la mañana surgen”, se enriquecen y manejan grandes sumas de dinero y no se entiende ¿cómo están en esa posición? ¿Cómo puede ser tan incauto el estado que lo estafen de esa manera?  Es indudable que esto ocurre en la mayoría de los casos porque existen funcionarios que se prestan al juego o son los “facilitadores del sistema” y estas personas terminan beneficiándose. En definitiva la corrupción no viene sola “la sabemos conseguir”. También sabemos que erradicarla de raíz no es posible ni en los países del primer mundo, pero lo que sí es posible, es que en aquellos países está rigurosamente  acotada, y que siempre en las cárceles hay celdas que esperan corruptos con leyes rígidas y serias. Ocurre en Argentina casi todo lo contrario, parece que la mayoría de los corruptos están sueltos y siguen de cualquier forma con “su trabajo”, y  es posible que las cárceles no tengan celdas para ellos. Da la sensación que la corrupción es un sistema establecido, por eso la coima, la prebenda, el acomodo, la recomendación entre líneas, las personas que cobran sin trabajar, las jubilaciones de privilegio, la evasión de impuesto, las facturaciones apócrifas, los funcionarios truchos, las mercaderías adulteradas, los robos de identidad en las personas, el contrabando. Todo esto es parte del sistema corrupto  y es así que hasta los más incautos ciudadanos lo terminan aceptando  con aquel  peligroso dicho: “bueno que roben pero que hagan”. En definitiva, ¿cuánta honestidad falta en esta patria? Nuestra Argentina jamás podrá ser grande ni habrá futuro esperanzador para las generaciones venideras si no se excluyen y se encarcelan a los corruptos. Los corruptos crecen porque alguien les permite el crecimiento. Seguramente la labor que realiza la Auditoria General de la Nación con la Oficina Anticorrupción, aplicando el código penal sobre el delito de enriquecimiento ilícito, no alcanza a menguar los casos de fraude en nuestro país, por lo tanto este flagelo cada día se torna más vigoroso y peligroso,  realmente impide el crecimiento correcto de nuestra nación  afectando  a gran parte de la sociedad Argentina.

Por  Walter Bonetto                                                               

Pulicado en Periodico La Ribera - 28 de junio de 2010                                                                                              



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