viernes, 22 de noviembre de 2013

30 Años de Democracia

    No es poco el camino recorrido por los argentinos  en estas últimas décadas, lo que ocurre que si miramos  la realidad de nuestra historia en gran medida el pasado nos condena. Han sido tantos los avatares políticos sucedidos después de la caída del presidente Irigoyen en el año 1930, que nuestro camino se llenó de dificultades para consolidar la democracia. Hoy en día la república aún en gran medida no está consolidada,  pero es posible que el camino sea el correcto  y por lo tanto esto es alentador.

    La hecatombe final de los golpes de estado se sucede en 1976 con la caída del tercer gobierno peronista, el país estaba en una situación difícil en lo político y en lo social, la economía no funcionaba bien,  pero era una nación con una deuda externa muy reducida, la que no superaba los siete mil millones de dólares, mientras que el gobierno de las Fuerzas Armadas, aplaudido por muchos, -que después dijeron desconocerlo-  entregó el país con una astronómica deuda de más de cuarenta tres mil millones de dólares; con millares de desaparecidos;  con la perdida de la guerra  por Malvinas; con casi siete mil kilómetros de vías férreas levantadas y por ende pueblos  y estaciones ferroviarias que desaparecieron;  con las Industrias Mecánicas del Estado (IME) clausuradas  y destruidas. Verdadera vergüenza nacional de un “proceso” que decía ser el salvador de la patria y rescatar los valores nacionales.  No se entiende por qué tanta desinteligencia  ¿Adónde está el grueso de la deuda de aquellos años en  que no se realizaron grandes obras de infraestructura vial, ni de otro tipo y empeñaron a la nación?  Seguramente muchos se hicieron millonarios y no por trabajar.

    Posterior al fracasado  proceso de “reorganización nacional”, se inicia de la mano del Dr. Ricardo Alfonsín y con la república destruida, el tránsito por la democracia, en donde es posible hacer un balance con una mirada imparcial para ver aristas no muy tenidas en cuenta por muchas autoridades.

   Así es como en estos 30 años la república creció en su poblacion,  pasó  de 27 millones a 42 millones de habitantes. Al día de hoy hay 15 millones más de argentinos que habitan este suelo  y demandan necesidades, de educación, trabajo y salud.  Si comparamos esta proporción de crecimiento con otras áreas de la nación observaremos que los resultados no son satisfactorios porque es muy poco lo que se avanzó hacia el verdadero progreso del pueblo. Uno de los aspectos más preocupante es la fragmentación de la sociedad.  Aun el país  muestra divisiones  inconcebibles para estas épocas  y mientras existan las mismas el camino del progreso estará lejos de consolidarse.

    La fragmentación se observó enormemente en los partidos políticos tradicionales como el peronismo y el radicalismo  y se dio este fenómeno  en todo el largo y ancho de la república  y en todos los estamentos del estado. Se perdió en estos años en gran medida  el verdadero y sano sentido  del patriotismo y se incrementaron las ambiciones desmedidas de los intereses personales de políticos y  funcionarios del estado. Aumentó la corrupción y sigue aumentando a la fecha; se está incorporando la droga en la sociedad y la misma llegó hasta en las escuelas y sus alrededores; aumentó la inseguridad y la delincuencia; y en la práctica, bajó y sigue bajando el nivel educativo en el país.  La señal preocupante en este último aspecto citado,  es la cantidad de jóvenes que teniendo educación gratuita no toman los libros. Así podemos decir que hoy en Argentina hay más de quinientos mil jóvenes “NI,NI” que no estudian ni trabajan . Esto no viene de manera espontánea, algo está fallando ya desde hace muchos años.

   Mucha gente en estas décadas pasó a ser de pobre a millonario, situación que merece el mayor de los reconocimientos cuando se logra por trabajo y sacrificio, pero en la mayoría de los casos, todo lo contrario, lo hicieron de mala fe  con la función pública. Otros pasaron de ser pequeños empresarios a tener su empresa en quiebra por la falta de rentabilidad de las mismas. Miles de pequeños y medianos productores agropecuarios perdieron sus tierras y la colonia agropecuaria se fue perdiendo, abandonándose las chacras tradicionales sin que esto le importe al gobierno; verdadera decadencia  que asusta hasta el más optimista.  En el caso del campo que es el motor de la economía argentina, la excesiva carga de impuesto, por ganancias, retenciones, ingresos brutos y alto pago de insumos en dólares ha marcado un estado injusto que raya con la usura para recaudar dinero y entregarlo a los avivados  destinatarios de un favoritismo político innecesario.

     Aparecieron especialmente en los últimos años  en gran escala los subsidios, en donde se prestan a todo tipo de anormalidad y aumento del “clientelismo político”,  donde en muchos casos  los vagos y corruptos se alinean con gran agilidad para cobrar sin trabajar, mientras que el pueblo honesto y trabajador cada día cincha más el lomo con mayores cargas de impuestos y con una inflación que no cesa  degradando su salario.

   No fueron fáciles estas décadas, la democracia no puede ser solo un nombre, debe ser una realidad. La democracia debe ser plural, justa y equilibrada. Debe ser  educadora de una república honesta y que de posibilidades de salud, trabajo y dignidad a la gente. No sirve que todo lo deba dar el  estado. La nación para crecer precisa del sacrificio de sus ciudadanos  y que todos trabajen, y por supuesto el trabajo debe ser premiado porque  en general el populismo es injusto.

   No da la impresión de que el trabajo realmente sea premiado. Pasaron estas décadas y Argentina aún mantiene mucha pobreza, demasiado, siempre más, mucho más de la que menciona el gobierno de turno; también mucho más desocupación de la que mencionan las autoridades y se debe considerar que los “planes” no son gente ocupada, es gente “sostenida con precariedad”  parece que el gobierno juega con esta gente para convertirlos en sus clientes políticos al lugar de convertirlos en “ciudadanos”. Argentina debe mirar un horizonte de mayor grandeza  y los gobernantes en general deben demostrar austeridad y obrar con mayor seriedad. No puede el gobierno hablar de década ganada cuando afloran problemas cruciales para el porvenir de la nación.

    Existen demasiado diferencias entre los argentinos y las grandes diferencias en muchos casos la marcan las autoridades con total injusticia y falta de criterio. Existen demasiados funcionarios acusados de corrupción  y poco se hace para aclarar y despejar estos nubarrones de sospecha. El gobierno en esta época estuvo  muy preocupado en intervenir la justicia y los medios de comunicación, criticando el monopolio pero a la vez esta construyendo  el propio, y no se dedica a planificar una Argentina más seria, honesta y trabajadora con menos pobreza y más seguridad.

   Seguramente que el gobierno ha hechos cosas, no se puede negar,  pero lo que no entiende que lo que hizo no alcanza, que podría haber hecho mucho más porque tuvo enormes recursos disponibles pero  todavía hay centenares, miles de niños con hambre en provincias pobres y en el mismo gran Buenos Aires. Hay muchos hospitales sin medicamentos, jóvenes que caen en la delincuencia y la droga; hay mucha falta de trabajo y trabajo precario,  esta  realidad no se baja con estadísticas acomodadas. Es una realidad de Argentina que marca claramente que le falta mucho progreso a este país y mientras falte, no es correcto de hablar de época ganada  como corolario de los 30 años de democracia.

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22 de noviembre de 2013
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jueves, 7 de noviembre de 2013

Cumplimos 227 años. Raíces de nuestra historia local.


    Cumplir 227 años no es poco, más de dos siglos,  y si tomamos el descubrimiento del río  por Lorenzo Suarez de Figueroa son  440 años que debemos contar, y en ese periodo entre el descubrimiento y la fundación  del “pueblo de La Concepción”, hay nada más ni nada menos que 213 años para ser tenidos en cuenta por nuestra historia,  porque en general queda la sensación que en muchos casos son olvidados. Por lo tanto hubo historia con anterioridad de Sobremonte  quien recién en 1786 fundara este Pueblo.

   Seguramente que  ahí están nuestras raíces profundas  y señeras que marcaron nuestro destino prometedor y difícil para consolidar una población en un lugar de la pampa. La pampa comenzó lentamente a poblarse, a tomar forma,   en la medida qué los aborígenes se asombraban al ver aparecer a los españoles llenos de atuendos y armaduras. Aquella exploraciones reales se sucederían y los indios no serían más los dueños absolutos  de estos lares´, “tendrían que aprender a compartir” pero además tendrían que aprender someterse  a las encomiendas que los europeos le imponían y su antigua libertad estaría amenazada.
    Ellos no entendían  la cruz que portaban los primeros misioneros, tampoco conocían la espada de los conquistadores, solamente  sintieron el rigor del metal desgarrando brutalmente sus cuerpos.  Ahí comenzó el dominio y la guerra, la que ya  había acontecido sin piedad en tierras de otros países al norte donde las matanzas de pueblos aborígenes fueron crueles y vergonzosas.

    Muy pronto de haber llegado los primeros españoles,  y según el historiador Aníbal Montes cita en su obra “Historia Antigua de Río Cuarto”: que  Pedro Luis de Cabrera, familiar  del fundador de Córdoba, concentra en el Soco Soco  algunos pobladores de su encomienda  buscando obtener de ese lugar mano de obra esclava usando la bondad de aquellos indios que no eran belicosos y vivían en un asentamiento pequeño al lado del río, cerca de donde se asienta nuestra actual ciudad.

   Cuatro años después,  el Gobernador Gonzalo de Abreu, enemigo de los Cabrera,  quien detuvo e hizo ejecutar  a Jerónimo Luis   por desobedecer al Rey, al mando de una expedición de 60 hombres   aparecía por el río Cuarto  buscando “el oro de los cesares” pasó con su caravana  hacia San Luis, en este lugar se encuentra  con el río Quinto, al que cruzó y continuó la marcha pero al final nada de los cesares encontró.

    Cuando regresa hacia el río Cuarto, encuentra también el asentamiento del Soco Soco,  por lo tanto nadie estaba solo en estas tierras. Además de indios nómades también había una pequeña población sedentaria en estos lugares, población que con los años  fue destruida y dispersada por los españoles.

    Así fue como el indio se encuentra con la sorpresa y la desconfianza de aquel conquistador soberbio, abusador, y altanero, que lo miraba con desprecio; solamente lo complacía en algo: poderlos  hacer trabajar a su servicio cumpliendo  encomiendas;  pero en general consideraban que estos salvajes eran seres sin alma.

    Fueron pasando los años y la tierra fue encomendada en grandes latifundios;  propietarios españoles de familias hidalgas se apropiaron de ella, y que mejor que tener indios para que le sirvieran. Por lo tanto debían apuntar que “la evangelización” fuera de la utilidad  de los estancieros, para que contribuyera en “lograr indios mansos,  dóciles y muy trabajadores”  para la producción de los campos, en la crianza de animales y tantas cosas más que la situación demandaba.

   Las tribus qué venían del sur a mirar lo que pasaba sobre la frontera  se comenzaron a incomodar y fue el capitán del Rey don Tristán de Tejada que libra el primer combate en 1584 en estas tierras, socorriendo así  a los primeros pobladores, quienes ya no podían dominar a los indios porque se le habían insubordinado por el abuso y los malos tratos. Ahí fue donde los españoles  además de mostrarle la espada, el dominio del caballo, también le hicieron demostraciones del poderoso arcabuz, lo que provocó un desconcierto ante los aborígenes que aún no tenían el dominio del caballo mientras que los españoles estaban montados.

    Esto permitió una serie de rencillas que incomodaron a todas las tribus de la pampa y recién en dos años se logra la pacificación y se pudieron ir formando los primeros asientos de pobladores españoles al lado del río Cuarto siendo así que en el año 1600 ya pasaban tropas de carretas rumbo a Chile y  se instalaban provisoriamente los distintos parajes. También nos cita el historiador Aníbal Montes en su obra, que varios viajes de carreta se armaban en 1604 con indios del Soco Soco hacia Buenos Aires, seguramente que estos pobres no iban por viaje de placer, al contrario, eran destinados a ser esclavos.  

    Por el año 1622 los Cabrera seguían realizando expediciones para encontrar el oro de la Trapalanda hacia el sur, mientras que sobre estas tierras ensanchaban su latifundio con nuevas mercedes  y unos años antes del 1700 el gobernador de Córdoba creaba la Reducción del Espinillo para evangelizar a los indios pampas donde ahora está la localidad de Reducción y en 1780 se creaban fortines en la frontera,  uno de ellos el de La Concepción.

   Todos estos aconteceres desembocaron en el 11 de noviembre de 1786 donde el Marqués de Sobremonte con gran esperanza  funda este pueblo reuniendo a 31 familias al lado de un fortín las que cobrando vida y con miles de sacrificios nos legaron la historia de nuestra querida ciudad de Río Cuarto que cumple sus 227 gloriosos años.


Walter Bonetto
7 de noviembre de 2013
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