La crisis política actual que sufre
nuestra acosada república cobra por estos días dimensiones muy significativas
las que comprometen el futuro del gobierno
y la estabilidad económica y social de los argentinos. El origen de la misma cuenta con dos grandes detonantes que trasladan a la nación por un túnel incierto y con arriesgada salida, como son el pago a los bonistas
extranjeros vinculados con el fallo del Juez neoyorkino Thomas Griesa y la
crisis del segundo hombre en el poder nacional que coloca al país un estado de conmoción política.
La causa en contra del vicepresidente es muy comprometedora dado
que el mismo está acusado de negociaciones incompatibles con la función pública. Se sospecha que
habría intervenido en favor de
Vandenbroele para levantar la quiebra de la empresa ex Ciccone
calcográfica, cuando aún era ministro de Economía. Además es investigado junto
a su pareja, Agustina Kampfer, por presunto enriquecimiento ilícito,
convirtiéndose de este modo una persona altamente sospechada de corrupción ante
la sociedad.
Ante esta situación de graves
acusaciones parece que el Vicepresidente no toma adecuada nota de la situación,
sus acciones no se compadecen con la realidad de sus funciones y “persiste en
su inocencia”, formando una protección con un paragua de imprecisiones y supuestas
mentiras, como si la sociedad fuera tan incauta. Así se convirtió para la historia argentina en el primer vicepresidente procesado durante
sus funciones de gobierno. El reciente fallo que emitió el juez Ariel Lijo también cayó sobre los dueños de la fábrica
de billetes, Nicolás Ciccone y su yerno Guillermo Reinwick quienes
quedaron procesados por cohecho dado que supuestamente acordaron
con Boudou la cesión del 70% de la empresa.
Esto
es una verdadera situación de escándalo, donde los intereses económicos y
políticos escapan de la órbita aceptable por la honestidad y la ética,
para confundirse de tal manera hasta alcanzar el súmmum de la vergüenza y la falta de
seriedad que debe guardar un funcionario de alto nivel hacia la república y sus
ciudadanos. Seguramente que el vicepresidente no ha estado solo en esta
“patriada”, sería imposible negociar
algo tan ilícito como arriesgado si no
tiene la anuencia de su superior político.
Ante la suposición que el vicepresidente
sea inocente y considerando la grave acusación
hacia su persona que además compromete su figura de “Vicepresidente de
los argentinos”, lo correcto sería que pida licencia, que haga un paso al
costado, que se aleje del cargo hasta
que la justicia se expida, esto sería realmente un acto de “grandeza” que debe
ser demostrado por un patriota; pero lamentablemente esto no ocurre y el
patriota está faltando a la cita. Su
manera de aferrarse al poder es un tanto bochornosa, demostrando así una
absoluta falta de desprendimiento que avergüenza. Argentina precisa de otros
funcionarios, no se puede aceptar tanta mediocridad, merecen los ciudadanos
hombres con otras actitudes y ejemplos, que sean capaces de reaccionar con adecuado
raciocinio e inteligencia ante las
situaciones difíciles de la vida y más aún cuando se está en funciones de
gobierno.
Otro triste panorama es que la Presidente
no se expide, lo que genera más motivos
de confusión y de precariedad para la nación, donde se observa con este
proceder una falta de seriedad en los
actos de gobierno vinculado a los grandes conflictos que tiene Argentina. Lo
mismo ocurrió con el “arreglo con el
Club de París”; el Ministerio de Economía, anunciaba
que eran 6300 millones de dólares adeudados, pero se terminó pagando en
la “exitosa negociación” 9700 millones.
El gobierno actual menciona que la gran
deuda fue heredada, que seguramente es cierto, pero también es cierto que en
estos diez años de “década ganada” incrementó significativamente la deuda
pública con cifras que analizadas a la luz de la verdad sorprenden a cualquier
argentino. Por eso se puede insistir que hay falta de seriedad en muchos
acciones del gobierno y esto ocurre en
gran medida porque a nuestros funcionarios les falta grandeza y
desprendimiento.
Así se debate nuestra nación por estos días,
si bien el mundial que se juega en Brasil
pone una lógica y entusiasta cortina protectora -aunque precaria y
temporal- que distrae a millones de
ciudadanos, los grandes problemas nacionales continúan con su marcha y son de
difícil solución; mientras tanto los bonos y la causa del Vicepresidente siguen su curso mezclándose en una amenaza
severa para la continuidad del gobierno actual que no debería dejar su gestión con un país en suspensión de
pagos, lo que marcaría una decadencia extrema para la sociedad quedando una nación descalificada ante el
mundo. Por la situación que estamos
atravesando precisamos hoy más que nunca del patriotismo y la verdad de
nuestros gobernantes.
Walter Bonetto
29 junio 2014
http://walterbonettoescritor.blogspot.com
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