lunes, 11 de agosto de 2014

Pasos de nuestra historia local

    Río Cuarto  en la trayectoria que recorre  desde sus inicios  como humilde y disperso paraje de carretas,  con anterioridad  del año 1700,  y luego de  transitar hasta  1786 en donde  el Marqués de Sobremonte lo nombró “pueblo”,  agrupando  con mucha perseverancia  aquellas 31 familias originales cerca del curso de agua del Cuarto río,  quienes ya   vivían y asistían aquel  paraje.  Fueron estos  los verdaderos y primitivos pioneros del lugar,  que  lograron, aunque con muchos sacrificios  una importante identidad, la que fue sellando su futuro y su historia de localidad consolidada al lado del camino de las pampas, lo que le otorga el gran éxito de permanencia en el mismo tiempo en que otros pueblos desaparecían.


   Distintos hombres y mujeres fueron dando prestigio a ese porvenir tan ansiado  como amenazado.  La pampa  y el desierto eran un desafío, pero “el camino” por donde transitaban las tropas y los arreos de mulas   era el futuro y sobre este camino se jugaba el destino de todos los pueblos; futuro este que no ignoraban aquellos primeros  pobladores, por eso perseveraban  más allá de los dolores  de una vida tan precaria y peligrosa.

    Troperos, carreros, puesteros, arrieros,  peones de haciendas, sembradores, domadores de caballos, trenzadores de cueros, faenadores, pulperos, albañiles…, fueron las especialidades que iniciaron esa epopeya en ese lugar y así  fue como once años después  (1786), el Rey de España les da el título de Villa al Pueblo de La Concepción, por lo tanto tendrán Cabildo y autoridad legítimamente constituida. Se abría una gran esperanza y  la población se consolidaría en la pampa; pero a pesar de este triunfo nada fue fácil, al contrario, todo resultó tremendo en aquel marco de vida.

 Desde aquella fecha hubo un siglo de existencia muy difícil: grandes  invasiones de indios, epidemias, éxodos,  guerra civiles…  tantas cosas atropellaron a la población que la sumieron en la desesperanza, pero  La Concepción, con un valor  estoico y admirable soportó  todos los avatares hasta que en 1875, cuando contaba con 6000 habitantes fue nombrada ciudad  y su destino toma un nuevo rumbo, así comienza a florecer  para engrandecerse y engrandecer  la región.  

   El avance de la Villa de la Concepción fue formidable  ya se contaba con el ferrocarril, se recibía al primer contingente de inmigrantes italianos y suizos;  había venido el Presidente de la República  (Nicolás Avellaneda); se construía la Casa Comunal en el mismo lugar adonde antes había existido el Cabildo y el cuartel militar (esquina noreste de la Plaza); nacían  las sociedades de beneficencia, (Italiana, Francesa, Española) nació el primer banco, la iglesia de San Francisco, el Hospital de Caridad, la primera Escuela de Niñas, el Club Social  y nacía por aquellos años  el Barrio Alberdi. Brotaba un Río Cuarto diferente que superaba para bien a  la vieja y heroica Concepción.

  Nuevos tiempos, nuevos aires de vida. Junto a las familias locales, muchos inmigrantes italianos,  españoles y de otras nacionalidades europeas se radican, se integraban en esta región y trabajan con pujanza. La ciudad va hacia el progreso, no está sola, una rica e importante región la acompaña; grandes hombres la soñaron, intendentes visionarios supieron modelar su perfil progresista.  Así el crecimiento fue sostenido, la expansión social, cultural y económica se produjo. Mujeres y hombres de Río Cuarto sintieron que la ciudad en que habitaban  les daba futuro y protección. El gran paso se había logrado  a diferencia de aquellas 31 familias  que agrupó Sobremonte un siglo atrás,  en donde lo que menos contaban era seguridad; ahora todo lo contrario, se podía caminar por las calles sin mirar el sur para descubrir la polvareda que marcaba la  amenaza  del malón.

   Eran épocas distintas, eran tiempos ganados que apostaban a un futuro de grandeza y sin temores, entonces la ilusión y el entusiasmo volaba por la mente de aquellos hombres y mujeres donde nadie era discriminado por ser extranjero. Todos eran bien recibidos en esta tierra,  porque fue en su historia una tierra de grandeza y de esperanza. Así se multiplicaron los oficios: Carpinteros, albañiles, agricultores, comerciantes, licoreros, panaderos, sombrereros, peones, modistas, peluqueros… cada cual con su trabajo, con la alegría en el corazón. Extrañando su vieja y querida patria, pero todos   trabajando para engrandecer a  este querido Río Cuarto  que recibía  a cada inmigrante como a un  hijo,  con el corazón abierto. 

    Estos hermanos venidos del extranjero junto a los criollos de esta tierra fueron dando los pasos de nuestra historia local y regional; fueron amalgamando cada rincón de esta región tan bondadosa  como prometedora. Caminar la experiencia de nuestra historia es reunirse con un protagonismo extraordinario en donde muchas veces los ciudadanos locales sin motivo ni razón lo ignoramos y entonces lo desprotegemos.

   Nos cautivaron con la historia de Roma, de Grecia, Egipto… indudablemente  cuna de las culturas universales  que es muy buena conocerla, pero también es muy bueno no ignorar lo local en donde está el sacrificio de nuestros abuelos y la esperanza de nuestros hijos   que también fueron y son  ellos ciudadanos del mundo, y no hay ninguna duda que ese mundo con su cultura, sus luchas y sus sacrificios también pasó por nuestra historia local, también pasó y pasa por nuestro Río Cuarto  y dejó sus pasos  como huella profunda para encontrarnos con lo que no debemos ignorar, “Nuestra Historia”.


Walter Bonetto
11 de agosto de 2014
http://walterbonettoescritor.blogspot.com
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