martes, 21 de abril de 2015

Entrevista a la Dra. Graciela Cappellari de Saracho.
Día: 1 de abril de 2015

Egresada de la  Escuela Normal Mixta de la ciudad de Río Cuarto donde obtuvo el título de Maestra Normal en el año 1967.

Egresada de la Universidad Nacional de Córdoba donde obtuvo el título de “Médica Cirujana” en  el año 1974.

Realizó una Maestría de Educación Sexual en la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Realizó un Post grado en  Adolescencia en la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Se especializó en México,  en el Hospital Infantil de la ciudad de México, sobre “Formación de Ginecología  Infanto Juvenil .



 “…el doctor Rigatuso  que era un excelente profesional muy reconocido en el medio se dio cuenta de mi entusiasmo  y me dejo ir a la maternidad todo el verano, mi tarea fue poner la vacuna a los niñitos recién nacidos y ayudar  a anotar en los carnecitos de vacunación y yo me sentía una médica, me daba cuenta que eso era lo que realmente a mí me gustaba. Me permitieron  entrar  a ver partos, bueno, esa experiencia maravillosa que significa ver nacer una vida es algo increíble, yo me acuerdo que vine a casa y dije “yo quiero ser médica…”







La doctora Graciela Saracho es una valiosa referente de nuestra sociedad que ha desarrollado y desarrolla una labor la cual es un verdadero ejemplo para los jóvenes que piensan en forjarse un futuro. En la entrevista desnuda su alma  y nos cuenta experiencias de vida muy valiosas que trasmiten sabiduría, prudencia  y el valor del sacrificio, además  nos demuestra que los caminos de la vida hay que transitarlos con valor. Queda clara su labor profesional entregada junto a su esposo, también médico y gran compañero de vida, con entereza a la función pública, al dispensario , al hospital público, allá donde está el más necesitado. Pero también con un valor excepcional por su labor de esposa y de madre que siempre asumió con tanto amor y plenitud. 
Como entrevistador me impresionaron sus convicciones, su ejemplo, el concepto de sus valores, el valor de la familia en la función de la sociedad y por sobre todas las cosas se observa en ella la preocupación por los jóvenes  y por los humildes. En su vida trabajó con mucho respeto por la igualdad  de las personas y lo sigue haciendo. Doctora Graciela Cappellari de Saracho. Una persona digna de todo ejemplo.

WB    


Graciela, buenas tardes, es un placer estar con usted  y que me permita esta entrevista.
Buenas tardes, Walter, y muy agradecida por este encuentro en que hayan pensado en mí, me gratifica y espero estar a la altura de las expectativas.

Graciela, lo que primero deseo saber es que me cuente algo de su niñez. 

Bueno Walter, yo nací en Las Vertientes, es un pueblo que todos conocemos cerquita de la ciudad, pero vivo los tres primeros años de mi vida en el campo. Era el campo de mis abuelos y aquella era la época de “la gran familia”, estaban los tíos y lo abuelos, los hijos se iban cazando y traían a sus esposas. Cuando yo nací ya los abuelos se vinieron a vivir a la ciudad de Río Cuarto,  pero quedaban otros tíos casados con hijos en el campo, más los tíos solteros. Era una época de trabajo duro, todo trabajo manual y sacrificado, las mujeres trababan hasta los últimos meses de embarazo, en mi familia se hacia el tambo lo que era un trabajo duro, duro para los hombres y para las mujeres. Eran familias de italianos o de españoles  con costumbres muy sana, de ser organizados y tener todo perfecto, de un trabajo muy prolijo, el recuerdo que tengo cuando íbamos de visita al campo era justamente ver la prolijidad, la limpieza el orden y también observar que desde el amanecer hasta la entrada del sol el trabajo de la familia era de todo el conjunto y lo hacían en armonía. En esas familias había mucho respeto, eran muy prudentes. Las mujeres que se casaban y se incorporaban, que venían de otras familias y ahora venían a vivir ahí, guardaban el respeto a la abuela que era como un matriarcado,  uno veía ese respeto y solidaridad entre ellos, como se   ayudaban, y se acompañaban, se  cuidaban los hijos mutuamente, conforme al trabajo que le tocaba desarrollar en el campo. Yo tengo el recuerdo de mamá que me decía que cada una de las mujeres se ocupaba por una semana de la comida para toda la familia y en esa época se levantaban las cosechas a mano y venían cuadrillas de juntadoras y juntadores de maíz, lo que multiplicaba el trabajo para esas familias del campo, y con relación al gran trabajo de las mujeres no recuerdo de oír quejas, todas hacían el trabajo con mucho sacrificio y alegría, porque así era la vida del campo por aquellos tiempos, se aceptaba el sacrificio con mucha vocación.

Por aquellos tiempos en el campo no había casi autos, me acuerdo cuando la familia Cappellarri  logró su primer auto, y el auto se dividía para que cada fin de semana  lo usaran los distintos hijos,  unos para concurrir a la colonia de Sampacho  a visitar familiares y después le tocaría a otro, así los abuelos lograban mantener el equilibrio de semejante familia que se formaban en aquellas chacras. Como no había cosas foráneas que se introdujera en la forma de vida de las familias, ese sistema era aceptado, se disfrutaba, después venía una cosa que mí de niña me quedaba muy adentro, era de qué manera se iban trasmitiendo las historias de la familia. Por la noche se contaban tantas cosas,  reunidos en la cocina después de la cena  mientras se compartían mates, había historias hermosas. Yo hasta grandecita escuchaba a mi abuela que nos contaba  cómo fue la venida de ellos y de sus padres, con que se encontraron, por ejemplo ellos contaban que en la colonia de Sampacho hacían las casas en  la época del malón se juntaban cuatro familias para protegerse, una mini  comunidad de cuatro hogares, para así defenderse de los ataques que muchas veces llegaban. Entonces, escuchar a mi abuela sobre las historias de lo que habían vivido, de las mujeres que desaparecieron porque los indios la llevaban, todo eso a mí me quedó muy fuertemente  grabado vinculado a las historias que relataban  en mi familia.

¿Cuándo deja el campo?

Yo al campo lo dejé cuando tenía tres años, era muy chica, nos vinimos a Río Cuarto, pero permanentemente  volvía al campo, porque mi papá seguía trabajando. Al final el abuelo decidió unos años después vender todo y repartir el capital a cada hijo. En el caso de mi padre se dedicó a la ganadería, el compraba y vendía hacienda y eso fue casi hasta el final de sus  días.

¿Cómo fue su educación primaria?

Cuando nosotros vinimos a Río Cuarto, en esa época se empezaba en primer grado, llamado también “primer inferior”,  pero en mi caso antes  de ingresar, arriba del pasaje Dalmaso había una especie de jardín de infante, donde mi madre me llevó,  me acuerdo hasta el día de hoy de algunos compañeros que tuve y los cuentos que nos contaban. Eso de sentarnos en el piso de la sala  y ver a la señorita  que nos asistía en ese lugar, la que se disfrazaba según el cuento que nos contaba. Era una cosa que a mí me maravillaba, porque realmente verla a ella personificada en ese cuento era asombroso. Era una narradora excepcional, tengo el recuerdo de oír como golpeaba para abrir una puerta,  y a pesar de haber pasado más de sesenta años aún tengo el sonido en mis oídos  y tengo grabado toda aquella primer experiencia de la  narración, con los cuentos, con la historia; después entre a primer grado que fue en la Escuela Normal y me recibí de maestra, o sea  que hice todos mis estudios primarios y secundarios.

¿Fue usted una alumna muy aplicada?

Sí, sí, hice sexto grado libre, y lo hice porque yo era una persona alta, grande y en esa época los patios de la escuela estaban separados por primario y secundario, yo quería irme con los chicos del secundario porque me veía más parecidos a ellos por el tamaño, entonces vine y le dije a mi padre que  quería hacer el sexto grado libre y lo hice, me acuerdo que me preparó la señorita Maldonado Carulla. No Salí de vacaciones para estudiar y rendí el sexto grado y así pude empezar el primer año del secundario, ahí estuve en el turno de la tarde, en la “división F” que era la última división de la escuela; bueno, coseché hermosos amigos y compañeros, profesores…me acuerdo del profesor Irusta, de historia, que me hacía pasar siempre, y a mí me encantaba la historia; después en cuarto año me pasaron al turno de mañana, esto me sirvió porque tuve compañeros y amigas de distintas divisiones, lo que me dio un panorama de mucha amplitud.

 La Escuela Normal también  hacía algunas diferencias  con relación a la condición de los alumnos, yo tuve compañeras que eran hijas de doctores y tenían un trato preferencial;  yo creo que las maestras y profesores sin querer hacían ciertas divisiones, quiero pensarlo así. Bueno eso fue lo primero que me hizo pensar que éramos todos iguales.  Para  mí hubo cosas que por mi condición física, de ser una joven algo excedida de peso, como esas pequeñas divisiones, como el hecho de que mis padres no habían tenido estudios importantes nada más que dos o tres años de la primaria, entonces yo pensaba que “somos todos iguales” y eso me marcó a fuego a mí de querer trabajar en eso de la igualdad.

¿Ejerció como maestra?

 No, no ejercí, apenas terminé de estudiar el magisterio pensaba en otra cosa, es que yo ya de chica quería ser médica.

¿Cómo nace esa vocación?

De niña pensaba que deseaba hacer algo para ayudar a los otros, ayudarlos en la cuestión física,  no sé si era médica, o enfermera lo que quería. Había tenido una experiencia de unos familiares que habían sufrido enfermedades graves y eso me marcó profundamente y yo pensaba: cómo no tener los elementos o la sabiduría para poder ayudarlos. También en cuarto año del secundario tuve a un profesor de anatomía que además de darnos la materia trabajaba en la maternidad Kowalk,  nos invitó en el verano para concurrir a la maternidad para mostrarnos  lo que hacía, entonces yo fui,  ahí me quedé porque el doctor Rigatuso  que era un excelente profesional muy reconocido en el medio, se dio cuenta de mi entusiasmo  y me dejó  ir a la maternidad todo el verano. Mi tarea fue poner la vacuna a los niñitos recién nacidos y ayudar  a anotar en los carnecitos de vacunación y yo me sentía una médica, me daba cuenta que eso era lo que realmente a mí me gustaba. Me permitieron  entrar  a ver partos, bueno, esa experiencia maravillosa que significa ver nacer una vida es algo increíble, yo me acuerdo que vine a casa y dije “yo quiero ser médica”.   En ese momento ser médica significaba irse de la casa, irse a una gran ciudad, que era Córdoba, donde no había ninguna experiencia familiar, fue realmente complicado y en mi familia opinaban todos, no solamente mis padres, también mis tíos, mis abuelos.  Mi papá me trataba de convencer de que me pusiera a trabajar con él, me ofrecía de regalarme un auto para que yo no me vaya a Córdoba, pero mi madre que tenía una fortaleza increíble dijo que no, que si ella quiere estudiar le daremos el apoyo y así fue que me mando a Córdoba. Allí me alojaron en un instituto de monjas La Sagrada Familia en Humberto Primo y Gral. Paz, ahí  éramos cuarenta mujeres.

¿Eran buenas las monjas?

El problema era que mi madre y mi padre pensaban que estábamos super cuidadas, pero yo después tuve la tarea de revertir esa situación con mis padres, porque las monjas cerraban las puertas a las diez de la noche y la joven que quedaba afuera, quedaba afuera toda la noche. Era tremendo eso, las monjas vivían en un ala del edificio y nosotras en otra, y en esa otra  pasaba de todo porque las monjas no venían , no nos controlaban, no nos guiaban, entonces yo le decía a mi mamá “a vos te parece que hay una protección total pero lamentablemente no es tan así”; entonces un poco la formación que uno llevaba, los valores que uno tenía, la convicción que uno tenía, al final con las monjas viví un año, luego me fui a vivir con dos señoritas mayores que eran conocidas de mi familia y en ese lugar me resultó más cómodo estudiar.

Cuando yo entré a estudiar  fue el primer año que hubo examen de ingreso y debía realizar un cursillo para ingresar  a la Facultad de Medicina. Rendí el ingreso, pero hay ocurre algo que me frustró    profundamente. Yo siempre lo que quise  con el estudio me resultó favorable,  fui una alumna aplicada con muy buenas notas,  y medio que todo lo que quería lo iba logrando, tanto en la Cultural Británica cuando fui a aprender inglés,  todo fue así muy exitoso. Pero en este caso cuando realicé el cursillo de ingreso para medicina yo fracasé, saqué unos puntos menos de lo que había que sacar para entrar, entonces dije no sirvo para ser médica. Yo había rendido historia, matemática, biología pero al final volví a mi casa con la frustración del fracaso;  mi madre me dijo: ¡no, de ninguna manera!,  porque tenía la posibilidad de presentarme a un segundo examen, entonces mamá me dijo: usted vuelve y va a rendir, así que yo siento que el título de médica se los debo en gran parte a mis padres y sobre todo a mi mamá... y bueno  y así fue, me volví,  me vine con todo de Córdoba, pero también  me volví con todo y aprobé el ingreso, después me fue muy bien en la carrera,  cuando llegué a cuarto año  quería adelantar y así fue como hice el cuarto año libre de la Facultad, rendí todas las materias libres y pasé a quinto año,  en ese tiempo la carrera se hacía en seis años, así fue como me recibí joven. Como estudiante me sentí  protegida, cuidada y acompañada, porque me puse de novia con quien ahora es mi marido, yo tenía casi 18 años. Pedro, también era estudiante de medicina y estaba haciendo el servicio militar,  nos encontramos, nos conocimos, él estaba en segundo año de la facultad, pero de aquel momento no nos despegamos nunca más. Seguimos nuestra carrera juntos como estudiantes, como  médicos, como marido y mujer, como padres y ahora como abuelos. Eso a mí me dio mucha fuerza, pienso ahora que   era difícil para una mujer por aquellos años estar sola en Córdoba con la formación que yo traía de una ciudad chica, con un gran componente del “qué dirán”... entonces de golpe estar sola yo sabía que era complicado. Al vivir ahora con esta señoritas grandes mis padres y yo también estábamos más tranquilos yo podía estudiar más cómoda y vivir más cómoda.

¿Quedaba lejos la universidad?

Yo estaba en el centro, para ir a la facultad tenía que tomar ómnibus, pero yo caminaba mucho hacia diez cuadras por la derecha, luego otras diez por la izquierda y así me fui acostumbrando, también aprendí a viajar en ómnibus, en Río Cuarto nunca me había subido a un ómnibus. Bueno para mí llegar a la ciudad universitaria era la sensación de haber logrado el objetivo. Cuando yo pisé por primera vez la ciudad universitaria me sentí  como en otro mundo, es como que realmente yo tenía que lograr lo que había ido a hacer y me lo estaban ofreciendo, me estaban dando un mundo así abierto,  un mundo nuevo totalmente y ahí encontré una biblioteca gigante, los pabellones de la universidad, eso de que no te tomaran lista, era obligación tuya de sentarte ahí, de estar presente para aprovechar las cosas, llegar al hospital la primera vez, porque en medicina lo primero que hacíamos era llegar al Hospital Clínicas comenzar una materia como era anatomía y nos enfrentábamos a veinte o treinta cuerpos muertos que estaban en bateas. Realmente fue una vivencia muy fuerte, muy fuerte,  y yo me decía,  bueno si yo  paso esto lo voy a lograr y así fue que cada cosa era un desafío.

¿Se recibió en la facultad junto con Pedro?

No , no, él se recibe dos años antes que yo,  y después  cuando a mí me faltaban rendir las últimas materias decidimos casarnos, estuvimos seis años de novio y no casamos cuando a mí me faltaban cinco materias para recibirme y bueno tenía una alegría muy inmensa.

¿Se casaron en Córdoba?

No, nos casamos en Río Cuarto en la iglesia catedral,  pero hacía un mes que había fallecido mi suegra  y eso hizo que se opacara un poco el casamiento;  nos fuimos a vivir a Tucumán en donde estuvimos bastante tiempo, mi suegro tenía una clínica allá,  tenía una clínica de traumatología. Pedro, hacía pediatría y yo hacía ginecología. Nos fuimos al hospital a trabajar y ahí aprendo otras cosas también  vinculadas con eso de las diferencias. Allá había una pobreza muy extrema que yo la había vivido cuando éramos estudiantes, en Córdoba con Pedro íbamos a un dispensario en un barrio muy pobre  y en ese lugar ejercíamos, ayudábamos, llevábamos todas las muestras médicas, atendíamos en ese dispensario, Pedro atendía muchísimo porque él siendo pediatra era muy requerido. Era tan pobre el lugar que entrabamos agachando la cabeza para no chocar con el marco de la puerta y ahí también empezamos nuestra carrera política; nos fuimos dando cuenta la importancia que tenía la política para el bien de la gente, la política para modificar esas cuestiones sociales que marcaban tan profundamente esas diferencias y ahí seguimos trabajando, era una época de dictadura y nosotros participamos en movimientos estudiantiles participamos mucho en agrupaciones estudiantiles, en asambleas, en ese momento era pensar de qué manera enfrentarnos a una dictadura militar que era un gobierno no elegido por el pueblo, era eso lo que nos marcaba la diferencia, nosotros pensábamos que debía ser democrático. Todo eso nos hizo sentir bien porque nos dábamos cuenta que estábamos poniendo nuestro grano de arena. Nunca nos planteamos una medicina comercial, nos hacía sentir que nuestra formación no era una formación banal, ni una formación nada mas que para la cuestión personal, sino que de alguna manera lo que estábamos aprendiendo y lo que  habíamos hecho era para poder compartirlo con la gente mas humilde. Nunca nos planteamos ninguno de los dos, una medicina a los fines de una cuestión económica y hasta el día de hoy hemos mantenido esa conducta, hemos vivido con austeridad,  materialmente no es mucho lo que tenemos, y a nuestra carrera de médico la hicimos siempre a nivel hospitalario. A mí esto me llena de orgullo, no quiero que mis hijos piensen, —tengo dos hijos, uno que ya es médico y otro que va ser— que es obligación para ser un buen médico hacer medicina social. Nosotros en ese momento que nos tocó vivir sentimos la necesidad de hacerla, pero  no sé qué hubiera podido pasar en otros momentos, las cosas hoy son muy diferentes, los jóvenes actuales  de alguna manera aún  no alcanzan a comprender lo que significa vivir en democracia.

Bueno, nos fuimos a Tucumán, vivimos un año allá hasta que mas o menos se organizó el tema de la familia de Pedro por la muerte de su madre,  cuando estaban las cosas algo equilibradas decidimos venirnos a Río Cuarto y vinimos sin nada, absolutamente nada, mis padres nos recibieron en su casa y los colegas nos abrieron las puertas; a mi marido sin conocerlo le abrieron las puertas en el Instituto Médico, en el Centro de Salud; fue algo increíble, porque al llegar de esa manera es más fácil cuando sos “el hijo de”, o conocido, pero no fue nuestro caso. Realmente fue hermoso como nos recibieron en la ciudad, luego decidimos con Pedro hacer una especialidad, no teníamos hijo y mi marido quería hacer la parte de metrología pediátrica  y yo fundamentalmente la parte de ginecología infantil.

Yo había hecho muchísimos partos y sentía que era una cosa linda, una fiesta de la medicina, la recepción de una vida nueva, pero yo notaba que muchas mamá cuando venían al consultorio me planteaban: "cómo podían hacer con sus hijas adolescentes", lo que yo me di cuenta que había un bache y que no se había llenado, entonces decidimos los dos irnos a vivir a México y especializarnos allá, dado que el médico más especializado de Latinoamérica estaba en México,  que fue un médico que después nosotros lo trajimos a Río Cuarto. Partimos para aquel país, para eso vendimos un auto con la idea de que íbamos a estar unos días o quizás un mes para hacer un curso intensivo.

En aquel lugar nos encontramos con gente buena en el camino, Pedro se encontró con un compañero  que era colombiano, este le dice que se volvía, porque ni su mujer, ni su suegra, ni sus hijos se acostumbran, “hemos alquilado un departamento y lo hemos pagado todo el año, te lo cedo”. Pedro le dijo que no, porque no lo podía pagar, el colombiano le contesta que no “que es gratis yo te lo dejó para que vos puedas estudiar acá”; bueno esas cosas, y así fue que nos quedamos un año estudiando. Fue muy gratificante todo lo que aprendimos y todo lo que conocimos. Después de esta especialización  nos vinimos a Río Cuarto con todo ese bagaje de conocimientos que fue importante y yo aquí en Río Cuarto empecé a trabajar en ginecología infantil, que no había, ahí  descubrí en lo personal que cada consulta era una hora para conversar con esa jóvenes que venían a buscar información que en la casa no se les daba,  ahí armamos una célula chiquita con otros profesionales como el Doctor La False, la  Licenciada Novaro, que es psicóloga,  y así se fue creciendo hasta que terminé con el programa de agentes multiplicadores que fue una cosa de las que más satisfacciones me dio,  estaba basado en capacitar a chicos en las escuelas.

¿Hasta qué año ejerció su profesión de médica?

Como médica fue hasta el año 1995,  luego empecé el programa de agentes multiplicadores en donde me dedicaba a la formación de los chicos  y hemos logrado capacitar a cuatro mil chicos en la ciudad lo que hasta el día de hoy muchos me agradecen; logramos bajar el índice de embarazos en chicas jóvenes; logramos bajar el índice de violencia familiar y la cuestión de la droga.

¿Cuándo entra a trabajar en la parte política?

Yo comienzo en el año 2004, una persona que aprecio muchísimo y que a hecho mucho por Río Cuarto, el Contador Rins, él me convocó para que sea concejal,  y trabajé con todo aquello que tenía que ver con la medicina preventiva  de la ciudad;  ver lo que estaba pasando en la maternidad; trabajar sobre el tema de la violencia de género; qué estaba pasando con las adicciones, y conocer la magnitud del problema. Al final muchas cosas se lograron y otras no tanto; tenemos una mentalidad muy chica para ver el futuro, solamente miramos las cosas de todos los días y esta cosas de todos los días nos sobrepasan  de tal manera que no podemos trabajar para que la cosa perdure.

¿Cómo ve usted a  la juventud actual?

Yo estoy convencida y cada día me convenzo más de que los jóvenes tienen muchas ganas de hacer cosas, cosas positivas, tienen ganas de mejorarse, de superarse. El mayor número de los jóvenes, son jóvenes que tienen una visión hacia el futuro de mejorar, porque yo también  estoy convencida que cada época que tenemos que vivir va a ser mejor que la que hemos vivido. Lamentablemente estamos en un mundo en donde nosotros nos tenemos que ir ayornando porque es un mundo rápido, ágil, de situaciones en donde casi no les da tiempo a los chicos para ponerse a razonar o  pensar, y muchos de los errores de que los jóvenes  están padeciendo es causa de esta rapidez en donde hay que vivir en un mundo de urgencia y copiando un modelo que no tiene nada que ver con nosotros lamentablemente. Con esto del Internet y todo lo demás  que traemos al seno de nuestro hogar, costumbre que no tienen nada que ver con la nuestra, pero bueno hay que sacarle lo positivo.

Yo creo que la mayoría de los adolescentes son muy buenos chicos y por otro lado está el grupo que siempre estuvo, porque hay grupos de jóvenes que viven a la deriva , pero en este caso la responsabilidad está en nosotros que los estamos dejando de lado, no los estamos conteniendo, los dejamos marginados; por lo tanto este es un problema de los adultos, más que nada los adultos que tenemos la capacidad de hacer mejor las cosa, aquellos que están capacitados, que tienen instrucción, que tienen la posibilidad de gobernar, de trabajar para hacer las leyes, pero ocurre que nos estamos olvidando de los chicos y eso hace que aparezcan las dificultades que estamos viendo en la juventud, pero creo que se está avanzando, pero como lamentablemente  son cosas que la vamos a ver en el futuro, lamentablemente los políticos no siempre entendemos que al futuro lo tenemos que empezar a hacer hoy.

¿Le preocupan los jóvenes “ni”, los  que ni estudian ni trabajan,  y usted cree que  se ha perdido el valor del sacrificio?

Es  preocupante cuando no se asume el sacrificio. Entre las cosas que creo que es importante acotar por  de lo que a uno le tocó, fue que tanto mi esposo como yo,  nada nos fue fácil, tuvimos que trabajar para poder terminar de  estudiar, Pedro, vendía libros puerta por puerta y cuidaba enfermos, yo vendía productos de perfumería por catálogo porque mi padre llegó un momento que me dijo: no podemos más, entonces trabajé para terminar mi carrera;  en cambio ahora los chicos tienen que tener el departamento y tener todo para seguir estudiando. Pero no todos, no todos, yo creo que si los padres tienen las cosas claras,  se sientan a hablar en serio con sus hijos, le comentan sus limitaciones,  los chicos avanzan; lo que pasa es que los padres les tienen miedo a los hijos y tienen miedo de contar sus debilidades, de contarle cuáles son las cosas que no les permiten ayudarlos un cien por ciento,  y eso hace  que nos equivoquemos, que los chicos de alguna manera tomen un rumbo diferente pensando que los padres  podemos.

¿Cómo ve el avance de la droga?

Yo sigo investigando el tema a pesar que ahora no estoy trabajando. El tema aumenta, aumenta el consumo, en nuestra ciudad aumenta mucho el problema es que la estamos aceptando,  nos estamos acostumbrando, y no hay peor cosa que acostumbrarnos a algo que está perturbando la inteligencia de nuestros jóvenes, que los está limitando y nosotros los necesitamos enteros, sanos. Nos estamos resignando los adultos, los profesionales, el gobierno; se están resignado al pensar que “hay algunas drogas no son tan malas”, de que al final “todo el mundo se droga”, y lamentablemente no estamos ofreciendo batalla a esta situación. No estamos trabajando para revertirla ni para  actuar en contra de la droga. Hoy estamos aceptando situaciones o le estamos permitiendo a nuestros jóvenes que puedan consumir drogas. Estamos sabiendo donde se vende la droga, conocemos  las dificultades que trae y sin embargo no se está haciendo lo suficiente.

No estamos preparados, le tenemos miedo al problema  y como le tenemos miedo el problema crece y crece. Hasta que no nos enfrentemos en serio a esta problemática  que no es solamente la droga, digo también el alcohol,  que  es la principal droga que nos está destruyendo a los jóvenes y a los no tan jóvenes; así  es como terminamos aceptando a una sociedad, y demostramos  como que no nos importa demasiado, eso lamentablemente nos está destruyendo a la gente joven.

¿Qué desea agregar a esta entrevista  doctora Graciela?

Muchísimas gracias. Lo que se me ocurre en esto de cerrar  es que se abra el corazón porque cuando uno empieza a peinar canas se va dando cuenta de que no hay nada tan importante que influya tanto como lo sentimental, como lo emocional  y esto de poder hablar sinceramente entre amigos, en familia, con los hijos fortificar la familia que sigue siendo lo más importante que nos pasa en la vida.


Walter Bonetto
1 de abril de 2015 
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domingo, 19 de abril de 2015

El Derecho de Votar

Ya estamos relativamente  próximos de nuevas elecciones, pueda ser que los argentinos  tomemos conciencia de la importancia de votar, porque esto no es solamente  ir y poner la boleta, es tener la capacidad de elegir ¿cuál es la boleta?, y  realmente es difícil para los argentinos ejercer este derecho; pero nos tenemos que poner a pensar con sensatez y sin apasionamientos  el valor  extraordinario que tendría el mismo  si  lo usáramos con inteligencia para así darles una lección a los políticos corruptos a quienes muchas veces, demasiadas, los convertimos en funcionarios y no se lo merecen.

 No caben dudas de que Argentina esta traspasada vergonzosamente  por la corrupción en la política, como también en otras áreas,  y esto tan delicado esta enraizado en la sociedad,  así el dicho tan decadente: “bueno que roben pero con tal que hagan”;  “todos son iguales”; “la política es tan sucia”…   No es fácil comprender después de tantos fracasos ¿por qué los ciudadanos no despertamos a esta realidad? Solamente el despertar a la misma le daría impulso a nuestra nación,   la cual precisa de funcionarios honestos y trabajadores.

No es posible que todos sean corruptos, hay gobernantes y  dirigentes  comprometidos con el honor, hay políticos honestos y capaces, hay personas de bien en el mundo de la política, no puede ser que este todo perdido.   Pero falta que el ciudadano  se dé el lugar para que ellos actúen  y aquí falla “el ciudadano”.  Darle el lugar significa limpiar la política; significa no considerar que sean todos iguales;  no aceptar que roben por más que hagan, no darle posibilidades a tantos corruptos en la función pública, y eso está en nosotros  en los hombres y las mujeres de esta república.

La democracia permite la elección, la alternancia, el pensamiento plural de las ideas, el compromiso  pero se precisa un norte claro  dirigido por líderes confiables y serios  que sepan ver la realidad  con el sentido común. Hoy la política  está asfixiando a la nación y los  treinta años de democracia logrado con tanto sacrificio no demuestra aun soluciones contundentes, al contrario, los gobiernos mienten  y en esa mentira se llevan la esperanza de miles de mujeres y hombres  de honestidad y de trabajo, por lo tanto no hay confianza en la política.

 Actualmente se miente con la pobreza, sin importar que mueran niños por desnutrición; se miente con la deuda externa; se miente con la declaración de bienes de altos funcionarios, la mentira es un sistema y la corrupción es un método.
¿Adónde esta la honestidad de los gobernantes? ¿Por qué muchos de ellos están acusados de enriquecimiento ilícito?  ¿Por qué movemos un avión para llevar  un puñado de diarios al sur  y gastamos miles de dólares,  mientras que por el norte se mueren los niños porque no beben agua potable o no tienen un plato de arroz.

El bien común no puede estar dosificado, el bien común debe ser amplio, abarcativo, debe  llegar a la población  ¿No nos hemos dado cuenta aun  como ignoran algunos  gobernantes a la gente pobre y sin recursos en muchas provincias del norte argentino?  Hay gobernantes que se perpetúan en el poder  a costilla de estos pobres desprotegidos. Indudablemente que esto ocurre porque  en nuestro país hay políticos sin escrúpulos, que ahora son funcionarios  porque les dimos el voto y   que usan la ignorancia de la gente para perdurar en el sillón de gobernador, de intendente… ¡Esto es nuestra decadencia!... Votar significa ejercer el derecho de ciudadano.

Votar significa que somos algo y no nos deben manipular,  todos los ciudadanos tenemos ese derecho aunque pocos lo ejerzan. La constitución establece libertades y derechos para votar,   por eso el voto es secreto y libre, para poner la boleta de la esperanza. Pero la esperanza no la puede dar el clientelismo, ni la militancia mal usada, ni la frazada, ni el par de zapatilla, ni la  remera, ni la promesa del trabajo incierto.  La esperanza  realmente está en poder votar con inteligencia para darle el voto al político honesto, a quien no nos robe, a quien realmente nos cuide, a quien no sea corrupto, pero sin embargo muchas veces se vota  a sabiendas sobre la conducta  desfavorable de muchos de ellos.

Saber votar es tener la capacidad de buscar y encontrar al candidato honesto más allá del partido o la agrupación que sea, lo que no es una tarea fácil, pero tampoco imposible. Para buscar la honestidad no hay hacer caso del discurso, porque en general es mentiroso.  Hay que mirar la acción, las obras, el trabajo y hay que saber exigir lo que prometieron  que se debe traducir en dos palabras “bien común”. Hace décadas que nuestros gobernantes no alcanzan  lograrlo, por eso nuestra decadencia, más allá que nos digan que vivimos en la gloria.

Walter Bonetto
19 de abril de 2015
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jueves, 9 de abril de 2015

Audiencia Papal

Se desata en la sociedad argentina una polémica  por una nueva entrevista  vinculada a la recepción de nuestra primera mandataria en el Vaticano en donde será recibida por el Santo Padre. No se termina de entender cuál es el motivo de tantas visitas a Roma por parte del gobierno nacional  y menos se entiende al observar que cuando el Cardenal Mario Bergoglio era el primado del país, este mismo gobierno lo trataba con las mayores indiferencias y desconsideraciones, pero en el momento que el cardenal fue nombrado Papa, las mismas autoridades se olvidaron de todos “los enojos”, cambiaron abruptamente su conducta y comenzaron a demostrar de manera inmediata una actitud complaciente y hasta obsecuente con el propósito de mejorar las deterioradas relaciones con la iglesia católica.

Nunca los kirchneristas tuvieron como objetivo un entendimiento sano y profundo con la iglesia, si ahora han cambiado de actitud es solamente una situación circunstancial y calculadora, que apunta solamente a usar en su favor la figura poderosa en lo espiritual del Papa Francisco,  con el propósito de congratularse con la importante franja de católicos que hay en Argentina, pero en definitiva están actuando en algo que verdaderamente no sienten, más allá que dentro de sus filas existan fervorosos y fieles católicos, pero son los menos.
La nueva visita de la Presidente al Vaticano al mostrarse de manera asidua, muestra solamente una falta  de adecuada prudencia, dado que ya lo ha visitado en recientes oportunidades y  no serían necesarios tantos viajes a Roma,  así es también como muchas personas ven como incorrecto que el mismo Papa le de otra audiencia.

Vale la pena destacar y tener en consideración que no es fácil para la curia romana negar una audiencia a un país así sea reiterativo, por el contrario, protocolarmente debe ser concedida. Quizás nuestra presidente vaya a Roma en función de despedida ya en sus últimos tiempos de gestión para que el mismo Santo Padre le dé su bendición por los logros alcanzados porque Cristina Fernández  está totalmente convencida que ha hecho el mejor gobierno de todos los tiempos y por lo tanto “merece su gestión ser santificada”.
Es posible que Francisco valore los logros de la primer mandataria, pero también hay que tener en cuenta que fue el mismo Papa quien marcó  grandes problemas de este gobierno y marcó: la pobreza, la educación, la droga, las grandes diferencias entre ricos y pobres,  y seguramente que todo eso no puede ser “santificado” por más que la Presidente lo visite con tanta insistencia y cordialidad.
Todos estos flagelos no son exclusivos de esta gestión de gobierno, pero es en esta gestión que se acrecentaron; es en esta gestión que se mantienen como mínimo ocho millones de pobres; un costo de vida prácticamente desbordado por una inflación permanente que corrompe el magro sueldo de los trabajadores y jubilados.

Si bien esta gestión de gobierno tuvo algunos logros, el país hace agua por muchos frentes y el más vulnerable fue el de la corrupción, especialmente la corrupción en la función pública, salpicada con la acción de licitaciones a control remoto de grandes obras, el lavado de dinero, el mal manejo de fondos, la malversación, y tantas cosas más que fueron hechas públicas y no hablan bien de la gestión Kirchner  y menos aún permiten aceptar que este fue el mejor gobierno en la historia de las últimas décadas.

Walter Bonetto
jueves, 09 de abril de 2015
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miércoles, 1 de abril de 2015

Entrevista al Padre Carlos Juncos



Padre Carlos Juntos.  Sacerdote  a cargo de la Parroquia Espíritu Santos de la  ciudad de Río Cuarto.  
Walter Bonetto  Entrevista al Padre Carlos Juncos  el día  jueves 26 de febrero de 2015.



Padre Carlos, gracias  por permitir esta nota,  me interesa mucha hablar con usted  porque lo considero  como un referente  muy importante  para muchos aspectos de nuestra sociedad. Siempre  me impacto su labor, lo he observado como a un hombre comprometido con la sociedad.

—Le agradezco yo, y tal vez como a usted le pasa con la escritura uno lo que hace lo hace con gusto  y no siempre le parece que sea digno de mayor consideración, pero bueno, por lo menos en mi caso trato de vivir intensamente a fondo las condiciones que le tocan. Realmente le agradezco este momento.


¿Cómo fue en su vida el momento que usted decidió  abrazar el sacerdocio?
—Bueno esto es algo que me acompaña desde pequeño,  yo hice aquí mi primera comunión  en la Capilla de San José. La catequesis de mi primera comunión me la dio el Padre Carlos Gross un misionero del Verbo Divino que tenía un especial  carisma con los niños lo que se convertía en algo que nos cautivaba.  Fue durante el contexto de la catequesis que  yo estaba en mi casa,  a unas cuadras de la iglesia de San José, me encontraba leyendo un trocito de la biblia que se encontraba  en el cuadernillo de la catequesis  y ahí me surgió una convicción interior, que si Dios era lo que es,  yo tendría que ser para él. Allí nace mi vocación.  Para el día de mi primera comunión  hablé con mis padres y le anuncié  mi vocación, la que progresivamente con el paso de los años y durante mi adolescencia se fue reconfirmando  y se afianzó mucho eso me fue acompañando y fue creciendo conmigo sobre todo  en los años que mi familia se fue a vivir a Gigena , yo tenía diez años y  encontré un mundo con mucha  efervescencia religiosa donde encontré en ese lugar al padre Estafolani que después fue rector en el seminario  y luego  obispo, también conocí al padre Carloni. Por aquellos años la vida juvenil de las parroquias era muy  fuerte y en ese concepto mi vocación siguió creciendo, luego del secundario  entre al seminario. En aquel momento yo entre al seminario  con el concepto que entrabamos para ordenarnos, no entrabamos para ver ni para discernir. Es que entrar era la decisión más fuerte y teníamos 17 o 18 años.

¿En esa edad  no era fácil dejar esas cosas tentadoras  de la vida para someterse a una conducta del sacerdocio?
—Para nada, yo jugaba al futbol, era buen alumno, me habían ido a buscar a mi casa  ofreciéndome una beca  para que estudiara  lo que quisiera.
¿Y en aquella de jovencito y seguramente muchachito pintón  apareció la noviecita?
—Nunca estuve de novio oficial pero si tuve afectos muy intensos, pero mi camino era otro. A mí me pasó que yo en el último año del secundario busqué  a alguien que me dijera que yo no tenía que ser cura y no lo encontré, pero lo peor de todo es que no era que yo no encontrara quien me dijera eso, sino que desde adentro  de mi corazón no lo encontraba, entonces la angustia me carcomía por dentro.

¿Dentro de ese cuadro de situación en su vida, existió  un algo puntual que lo llevó a la decisión de ser sacerdote  o es una sucesión de cosas que se presentaron para convencerlo de ese camino?
—Cuando era niño era como algo rutinario sentir situaciones en mi vida espiritual que me acercaban a la fe pero  ya en los últimos años de mi adolescencia a pesar de que uno quería escapar  aparecieron momentos muy fuertes y ahí  ocurre que al escuchar un texto de la palabra de Dios en una misa  yo sentí  que me dejó estupefacto, una cosa de no saber dónde estaba. También cuando estaba en el último año del secundario el párroco para un jueves santo me pidió que yo ayudara a dar la comunión y también eso fue muy fuerte tocar  el cuerpo de cristo y dárselo a otro me conmovió muy profundamente, eran los signos que recibía. También el 24 de mayo de aquel año había venido a la iglesia San Martin de Porres  a compartir unos días con el Padre Barbero  quien estaba empezando a alojar a niños en situación de calle,  trabajando en ese lugar,  en un momento al frente del sagrario, tuve un momento muy fuerte en donde sentí  que Dios me hacía saber  que ese era mi camino.  

¿Siente que La vida  del sacerdote es un compromiso supremo para brindarse a la comunidad?
—Sí, nosotros no tenemos una profesión, tenemos una vocación,  entonces no hay diferencia entre nuestra vida privada  y nuestra vida de servicio o vida pública, entonces   el llamado es totalizante y no solo porque incluya el celibato que no es un dato menor , esto implica que uno tenga todo   los aspectos de su vida ordenados  para anunciar el evangelio a celebrar  el encuentro con Dios en la gente , todo eso implica saberse y sentirse propiedad de Dios lo cual es todo: el sueño, el pensamiento, el dinero que uno puede tener o no tener, el tiempo, las relaciones, la diversión, el deporte.

¿Usted siente que el sacerdote está obligado a ser ejemplo  en la vida?
—Sí  a pesar que muchas veces hay espacios que uno siente que tendría derecho de manifestar  un aspecto, una idea, pero uno como sacerdote se priva por el riesgo de que su pensamiento sea malinterpretado, entonces uno se priva  a eso por amor a los demás y en este contexto es que se observa y se practica la dimensión paternal del sacerdocio.

¿Cómo es un día suyo aquí en la Parroquia  Espíritu Santo?
—Me levanto temprano, cada día antes de las ocho,  celebro la misa en el monasterio, luego  doy clase  y también por la mañana  visito a los enfermos, y bendigo a los hogares, generalmente termino mi actividad  alrededor de las 14 horas  y comparto el almuerzo con mi mamá  quien vive cerca de la parroquia, después de eso a veces hay espacio para un breve descanso o actividad física para luego estudiar, preparar escritos, luego atiendo a la gente en la parroquia, posteriormente celebro la misa en Espíritu Santo para luego concluir con reuniones que cada día se realizan de tal forma que es raro que yo me vaya a dormir antes de la una y media de la mañana. Esto en general ocurre todos los días de la semana.

¿Los días domingos es más exigida su actividad?
—Es más exigida por la mayor cantidad de misas pero también es más ordenada. Los días de semana surgen problemas que exigen que uno se reordene  constantemente por la situación que se presenta sin previo conocimiento como el caso de visitar  enfermos, personas fallecidas, como también personas que aparecen muy angustiadas,  son todas situaciones que requieren atención inmediata  pero a lo mejor ese tiempo estaba previsto para otra actividad  o para estudia o para rezar o para cortar el pasto en el patio de la parroquia, pero uno tiene que tener esa condición de mantenerse disponible reordenándose cada dia.

¿Padre, usted se siente una persona querida?
—Sí, me siento una persona querida.

¿Cómo ve  a Río Cuarto?
—Bueno sobre esto he tenido que pensar varias veces, además el nuevo obispo,  Monseñor Rodolfo, nos ha hecho esa pregunta.  Rio Cuarto tiene muchas cosas muy valiosas, muchas personas muy valiosas, aunque  a veces no gozan de la difusión  que se merecen. A mí siempre me gusta resaltar todo aquello  exista  de bendición en las personas.  Hay en Río Cuarto mucha gente empeñada en trabajar para el bien de los demás, que poseen  mucha capacidad de sacrificio de atención al otro; hay un capital humano  muy importante. Eso veo en Rio cuarto.  Pero también una de las cosas que a mí me preocupa de Río Cuarto que al ser un núcleo financiero muy grande, muy fuerte,  tiene todas las tentaciones de las realidades que genera el dinero, por ejemplo un alto afecto por las apariencias, que muchas veces no se condicen con la realidad de las personas ni de sus posibilidades reales, entonces en muchos casos eso genera un quiebre que a la larga trae dolores y problemas, pero también he visto en estos veinte años que vivo constantemente en Río Cuarto que hemos ido creciendo. Sin duda que existen algunos aspectos de  la vida social que se han ido echando a perder  por la pérdida de valores  pero yo entiendo  que muchos de esos valores se reemplazan.   Siempre entiendo  que cada momentos tiene su gracia y su pecado, en este momento tenemos un cierto crecimiento vinculado a la manera de pensar sobre algunas cosas que veinte años atrás eran inimaginable, ahora también he visto que hemos ido creciendo, que tenemos posibilidades de organizarnos  para construir el bien común lo que es muy importante. Yo creo que van a venir tiempos  que vamos a disfrutar  mucho de esto porque va ir floreciendo.

¿Qué piensa un sacerdote de la conducta del hombre actual y del mundo actual que ofrece tanta violencia?
—Siempre sigo pensando que el hombre es la mayor riqueza, yo amo a esa canción que nos dice: “… la pucha con el hombre querer ser tantas cosas… es la fantasía que Dios creo…” esto se parece una expresión bíblica, yo creo en el hombre pero siempre el desafío es el hombre mismo. Por lo que pasa con el hombre le otorgó un alto grado de responsabilidad al sistema capitalista en su versión, al neoliberalismo porque muchas de las cosas que nos ocurren están vinculadas a la ambición de poder  en donde se le rinde culto al dios del dinero. También rechazo al marxismo por varias razones en primer lugar porque no pone al hombre en el centro termina rindiéndole culto a lo material con la excusa de la redistribución  pero si no hay libertad para la persona no hay posibilidad de vivir dignamente el Papa Francisco el año pasado se expresó en contra del sistema capitalista y la CNN le dio “medalla de cartón” de manera burlona y para darle el mensaje que no entendía nada de economía. Lo que ocurre que cualquier manera de pensar en contra el libre mercado es socialismo,  a veces se tilda de socialismo a experiencias que son  neoliberales  en donde el hombre no es el centro,  pero es necesario comenzar a pensar las cosas no en el término de ganancias, sino en el término de humanidad y para salir de esa discusión sea cual sea el sistema lo que debe primar es la persona, y no solo el individúo sino la persona como comunidad, la familia, el barrio, la nación y desde esa perspectiva reordenar todo lo demás que tiene que ver con lo jurídico, lo productivo. Con el tema ecológico hay un desequilibrio en la humanidad y es un tema súper gravitante y vemos que muchas veces a través de la ambición del hombre hace que en todo el mundo haya  catástrofes climáticas las que inciden con mayor virulencia en los más humildes. Estos problemas se presentan como el símbolo en donde debemos empezar a trabajar.

Padre ¿Usted tiene esperanzas de que la  humanidad mejore?
—Sí, siempre tengo esperanzas.

¿Cómo ve a la juventud?
— Siempre digo que hay que estar con los chicos y encuentro que nuestros chicos son muy buenos pero están sometido a grandes presiones. Algunos cometen actos que  a veces son desagradables  pero no son la mayoría.  Creo  que  el problema de los jóvenes somos los adultos porque somos una generación que ha renunciado a la madurez y a la paternidad, los chicos viven en un mundo sin padres, en línea general. Los padres quieren ser los amigos de los chicos; los padres no soportan que los chicos rivalicen con ellos. Yo siempre le digo a  muchos padres que tienen hijos adolescentes: el negocio del chico es ver hasta dónde llega el contacto del padre mientras que el negocio del padre es el de saber ponerle límites al hijo, pero los padres no están dispuestos y muchas veces no los soportan, por muchos motivos: porque están cansado del trabajo, porque tienen frustraciones en sus propias vidas, o porque no están preparado para ser padres en estos tiempos lo que no se aprende en ninguna parte sino que depende de su experiencia. Pero hecha la comprobación de que cuando uno le ofrece a un hijo cosas lindas y valiosas  los chicos se predisponen y ponen el corazón.  

Hay muchos jóvenes que no estudian ni trabajan teniendo institutos de formación gratuita a su alcance da la sensación de que muchos jóvenes  no desean sacrificarse para alcanzar una meta  ¿ve  esto como un problema? 
— Bueno debo reiterar que el problema está en los mayores como lo expreso con anterioridad y comparto que también se ha perdido  el sacrificio como un valor, el esfuerzo es un valor, no cabe dudas y esto no se ve en el presente como algo seductor  que merezca que uno le ponga el corazón, así lo viven muchos jóvenes. Sí es cierto también que hay una alta dosis de una cultura facilista donde las cosas se consiguen sin que uno logre el mérito adecuado para lograrlas y ese es un aspecto muy preocupante. Hace muchos años se viene mencionando  sobre  la enfermedad de la depresión  en las personas y en la actualidad hay mucha gente que la padece la cual en gran medida está vinculada a la falta de esfuerzo en las etapas formativa de la vida y aquí juegan un papel importante los padres que tal vez tenga que vencerse a sí mismo con respecto a lo que recibió es proponerse el desafío y asistir a su hijo de manera que el hijo se fortalezca pero lamentable se sigue viendo que en muchos casos a los padres no les alcanza sus fuerzas morales y espirituales para ponerse en esa situación.

¿Qué opina del matrimonio igualitario?
—Yo me siento confirmado por el Papa en muchos de mis sentimientos. Opino que las condiciones de las personas que viven en pareja de su mismo sexo lamentablemente son personas que tienen riesgos de sufrir mucho. A mí lo primero que me surge ante estos casos es un deseo de comprender, de acompañar, de contribuir a sanar las heridas en esas personas por el rechazo que van a tener de parte de mucha gente. Yo también opino que si dos personas se quieren y comparten su vida ¿Por qué una no puede hacerla beneficiaria a su obra social? ¿Por qué si se cuidaron mutuamente no podrían heredarse? Son otros criterios que hacen a lo personal. Yo no le tengo miedo a que haya incremento de matrimonios de personas del mismo sexo. El padre Barbero él decía “hoy cuando las parejas de heterosexuales no se quieren casar, las parejas de homosexuales sí se quieren casar, y eso es un valor, mas allá de que alguien pueda decir eso no es matrimonio,  pero eso es harina de otro costal, las relación de personas no terminan en un contrato mutuo tienen una resonancia humanitaria y social que demanda estabilidad, fidelidad, presencia, asistencia, compañerismo, capacidad de perdón. Yo creo que a las familias de heterosexuales esta realidad le tiene que significar un llamado porque esta gente reclama esto, creo que porque en el fondo también la familia se ha ido como descascarando, se ha ido agrietando y en ese punto a mi como cristiano, como sacerdote lo que me corresponde es no condenar a nadie sino que ayudar y amar a todos y proponer caminos. A esto en la iglesia lo llamamos verdad  y misericordia, no renunciar a la verdad pero seguir siempre el camino de la misericordia.

¿Cómo ve usted el tema de la droga?
—Hay una imagen que está en el documento de aparecida  muy acertada y gráfica. Es una mancha de aceite que se extiende sobre nuestros pueblos. La droga antes que nada es un problema comercial. Es uno de nuestros grandes desafíos a vencer, cómo venceremos eso, hay gente que opina que legalizándola se podrá mejorar. Es una cosa que desde la épica racional es pensable. Yo no estoy de acuerdo con eso nunca he avalado esa idea, pero si lo que me parece que será el mejor antídoto recuperar el valor central que reclama cada caso. El margen para la droga se da cuando se deshumaniza la vida, ahí hay margen para la droga. Yo creo que necesitamos un mayor compromiso de todos para vencer el fenómeno de la droga porque si no nos ponemos firmes para combatirla, y eso implica arriesgar porque hay que denunciar, perder seguridades,  y si no pasa eso no vamos a poder revertir la situación. Una parte es la prevención y la ayuda a las victimas pero la otra parte es  una gran cuota de heroísmo para luchar contra el narcotráfico.

¿Qué me dice del Papa Francisco?
Es una bocanada de aire fresco, un fenómeno del espíritu. Aquel hombre que en sus últimos años como arzobispo de Buenos Aires tenía una mirada como taciturna, gris, sometido a tantas dificultades internas y externas, de repente  experimenta en algo que solo es explicable con el don de Dios. Yo todos los días le pido a Dios que lo cuide  para que el cambio que está provocando  se consolide, algunos piensan que lo que  él  ha iniciado no puede volverse atrás, uno quiere  precauciones y mientras más se puede perseverar en esto será mejor porque entiendo que aquí se ha hecho  todo más lúcido, más transparente, brilloso, todo lo que el evangelio tiene para ofrecerle a la humanidad entonces doy gracias a Dios.
Bueno Padre me he sentido muy bien hablando con usted.

¿Desea agregar algo más a esta entrevista?  
—Muchas gracias, yo quisiera aprovechar la ocasión  para decir que soy una persona profundamente agradecida por la oportunidad que me dan de trasmitir el mensaje de Dios. Yo creo que soy un privilegiado. Tengo el privilegio de poder darles mi vida a los demás. Estoy profundamente agradecido de  todos los que me piden algo o esperan algo o me ofrecen ese lugarcito. Es una bendición muy grande poder darle tiempo, corazón, atención, poder estar junto al otro en esos  momentos  sagrados que son  las alegrías como los dolores más profundos. Yo soy un hombre como usted y como todos los demás,  tengo una vocación distinta,  especial,  que está marcada  por la presencia de Dios. Pero soy un hombre, no es un derecho que yo tengo, cuando la gente  me pide algo, aunque mas no sea  una bendición en una vereda de cualquier calle de Río Cuarto lo que me están pidiendo es que les haga presente a Dios y en eso me doy cuenta que el primer beneficiado soy yo por eso estoy agradecido.



Interesante la entrevista al Padre Carlos. Un sacerdote muy querido en su diócesis, una persona de corazón abierto que transmite confianza y humildad, un incasable trabajador de la fe .

Walter Bonetto
01 de abril de 2015
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