martes, 13 de septiembre de 2016

La muerte de Facundo Quiroga tuvo consecuencias en la Villa de la Concepción

Los periodos de anarquía fueron tremendos para lo que es ahora la República Argentina. La unión de este pueblo sufrió considerables debacles producto de su falta de organización por los intereses regionales, aun los sigue sufriendo. La lucha entre Unitarios y Federales fue la gran disputa social y política que se produce con enormes consecuencias originadas en gran medida por el manejo del puerto y la aduana, lo cual daba y sigue dando siempre una posición prominente para Buenos Aires en desmedro de las provincias del interior. Fue una situación que trajo conflictos prolongados y hasta guerras que se enmarcan dentro del periodo de “guerra civil de Argentina”
Facundo Quiroga fue un destacado caudillo riojano que había logrado reconocimiento y fama en su tierra natal. A partir de 1820 intervino en los conflictos surgidos entre unitarios y federales. Su intervención fue vital para el afianzamiento del federalismo en las provincias del interior argentino, desde Tucumán hasta San Juan.
Hijo de un militar y hacendado de la provincia de la Rioja, él mismo también fue militar, participó de guerras, integró la política, destacándose como caudillo de mucha influencia y peso nacional, quien contaba con la idea de que el país debía tener un gobierno federal, para lo cual, posterior a la declaración de la independencia, luchó y se comprometió en muchas batallas entre los caudillos de distintas provincias. Pasado algunos años, le insistió profundamente a Juan Manuel de Rosas la idea de hacer un gran gobierno federal, pero el restaurador le respondía que aún era prematuro, porque las provincias no habían madurado lo suficiente para integrarse.
Su accionar era decisivo e intrépido y contaba con un coraje y valor que lo ponía de manifiesto en cada acción en que intervenía. Durante los inicios del gobierno nacional, obtuvo en su provincia la concesión para explotar minas de cobre y de plata y estaba autorizado en acuñar monedas, actividad que al principio le dio buenos réditos económicos, pero luego sucumbió cuando el Ministro Bernardino Rivadavia, entregó, posterior a una licitación, esas minas que se les adjudicaron a empresarios ingleses.
Desde ese momento entra en rebeldía y decide luchar en contra de los unitarios que despojaban a la nación porque no estaba organizada políticamente y los porteños decidían por recursos y patrimonios, que según Facundo Quiroga, no les correspondían y así menoscababan a los pueblos del interior.
En 1829, se produjo la toma de la provincia de Córdoba por parte el general unitario José María Paz, Quiroga invade esa provincia, pero al final es vencido en la Batalla de La Tablada y también, tiempo después, fue vencido en la Batalla de Oncativo o Laguna Larga, comprobó que ya nada podía hacer. Luego de sucesivos intentos de rearmar sus tropas, objetivo que no lo logró, no tuvo otra alternativa que de manera inmediata emprender la huida donde sufrió una significativa persecución y una vez reducida la misma, Quiroga, trató nuevamente de reunir sus tropas pero resultó ser una acción inútil dado que su infantería, artillería y carretas se encontraban prisioneras por la infantería y reserva del General Paz.
Para seguir la persecución, Paz, envió al Comandante Juan Gualberto Echeverría quien se dirigió con sus tropas, tratando de capturar a Quiroga, pero no logró resultados y el caudillo derrotado en Córdoba logra ampararse en la provincia de Buenos Aires. Con la protección de Rosas se refugia en esa provincia, lugar donde organiza un nuevo componente militar con delincuentes extraídos de las cárceles que les facilita Rosas, y así forma el “Ejército Auxiliar de los Andes”, con el cual en 1831 pone sitio a la Villa de la Concepción de Río Cuarto, cuando estaba de paso con sus tropas hacia Mendoza. Ya dos años antes, el 24 de mayo de 1829 existió un éxodo forzoso de los pobladores de Río Cuarto, quienes arrasaban sus tierras y llevaban todas sus haciendas hacia el norte, ante el avance de Facundo Quiroga, el que amenaza con invadir a la Villa de la Concepción como reducto unitario, pero al final, éste desde Barranquita se desvía tomando otro rumbo. Por lo tanto Quiroga nunca había mirado con simpatía a esta Villa por su carácter de haber estado “gobernada por unitarios”. Ahora en aquel sitio que estableció en 1831, venció y tomó la plaza provocando saqueos y violaciones, al final llevó a 413 prisioneros hacia San Luis y Mendoza, muchos de ellos encadenados y terminó injustamente fusilando a una fracción de los mismos que habían defendido a la Villa de Rio Cuarto, los que son conocidos como “los mártires riocuartenses”
Cuatro años después, y por esas cosas del destino, al regreso de una mediación que había realizado entre las provincias de Salta y Tucumán, por diferencias políticas y cumpliendo con lo que le había solicitado el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Facundo Quiroga, el caudillo federal, fue interceptado mientras viajaba de regreso en su diligencia y cruelmente asesinado junto a todos sus acompañantes en Barranca Yaco, un lugar de la provincia de Córdoba.
Luego de aquel asesinato Juan Manuel de Rosas movía cielo y tierra para encontrar a los responsables. El 27 de agosto de 1835, escapaban con la ayuda de varios amigos que lo cubrían, de la Villa de la Concepción del Río Cuarto rumbo al exilio, el Coronel Francisco Reinafé, que era sospechado por el asesinato de Facundo Quiroga en Barranca Yaco. Reinafé, días antes había “rendido piadosos honores” a Quiroga junto con sus amigos de La Concepción, pero a la vez había festejado su muerte.
Juan Manuel de Rosas, enterado de lo sucedido, veía a los riocuartenses como encubridores por lo que “comisionó al Teniente Coronel Manuel López y mandó arrestar a los comandantes de la Villa de la Concepción, Moreyra y Celman, al Juez de Alzada Martín Quenón, al Alcalde Pedro Bargas, al cura Valentín Tissera, al Capellan Fray Argañaraz y a unos cuantos más. Todos fueron debidamente engrillados y remitidos a Córdoba”. Al final esta gente luego de prestar rigurosas declaraciones quedó liberada y volvió a la Villa sabiéndose que Santos Pérez y los hermanos Reinafé fueron los responsables del crimen. Junto a Pérez fueron detenidos dos hermanos Reinafe porque el tercero estaba prófugo, terminaron colgados dos años más tarde en la Plaza de la Victoria en Buenos Aires. El capitán Santos Pérez sobre el patíbulo mencionó antes de ser ahorcado que el que había mandado a matar a Quiroga fue Juan Manuel de Rosas.



Walter Bonetto
13 de septiembre de 2016


viernes, 2 de septiembre de 2016

ENTRE LA VIDA Y EL MUNDO

Dos amigos hablaban muy reflexivamente. Uno de ellos muy rico y adinerado y el otro muy austero y humilde.
— ¡Jorge!Ya no sos más como antes, la posición te ha cambiado. El dinero te he cambiado.

— Lo que pasa, Luis. Es que tengo tantas cosas que atender que el tiempo no me alcanza.
— Seguro, los más humildes, los trabajadores, los que tenemos que ganarnos el pan día a día “el tiempo nos sobra”
— El tránsito de la vida es agitado, muy agitado. ¿Cómo detenerse por unos instantes para reflexionar y continuar después?
-No no se puede, hay que apurarse, la vida pasa cuando menos te descuidas y tú tienes que vivirla. –contestó Jorge-
— ¡Vivirla! ¿Y qué es vivirla?
— Vivirla es disfrutarla. Sentir la vida con todas sus emociones, entonces tienes que andar actualizado con el latir del mundo, con el compás de la moda y de las nuevas ondas. No puedes quedarte. El que se queda pierde.
— ¿Pierde? ¿Qué pierde?
— Y pierde el disfrutar… pierde tantas cosas.
— ¿Vos, Jorge, comprendes el latir del mundo, o lo ignoras?
— No, no lo ignoro. Como crees que pueda ignorar vivir una noche en Paris con todos sus espectáculos y atracciones. Como voy a ignorar un famoso crucero por el Mediterráneo en un lujoso trasatlántico con un lujoso casino en su interior. O un vuelo en un yumbo de lujo sobre Egipto, o una recepción en un hotel de cinco estrellas en la ciudad de Las Vegas para luego concurrir a sus famosas salas de juegos y espectáculos y tantas cosas maravillosas del mundo que han sido hechas por el hombre y para el hombre. Lo que ocurre que el mundo corre ligero y si no me apuro nada logro, quiero vivirlo, explorarlo y disfrutarlo antes que se me pase la vida.
— Pero el mundo tiene otras dimensiones, otras formas. Como tú vas tan ligero no la descubres, no las encuentras. Es una lástima. El mundo no es tan mundo cuando no se descubren otras realidades de la vida, quizás más simples, más elementales, pero más importantes. No hace falta poder ir al casino de Las Vegas para ser feliz en este mundo. No hace falta andar tan deprisa ni gastar tanto dinero para encontrar la belleza de cada día.
— ¿Y cómo es entonces el mundo?
— Mira, el mundo no es cuadrado. Es redondo y gira. El mundo cuando tiene vida es inquieto pero no esta apurado. El apurado eres vos. Diría mejor: el desesperado eres vos, que quieres dominar al mundo sin saber que el mundo te domina a tí desde antes que nacieras y te dominará hasta tu muerte.
— ¿Y qué me aconsejas?
— Que te calmes, que reflexiones, que no te apures, que seas prudente, que ames a la naturaleza del mundo porque ahí pasa tu vida, tus sueños y tus esperanzas. Que seas austero, humilde y servicial, que no te acomplejes ni te desesperes ante los dolores que suelen ser muchos y que los soportes con hidalguía. Que pienses realmente que no es quien llega primero el que gana la carrera de la vida, porque la vida no tiene carrera. La vida tiene tristezas y alegrías, tiene encantos y desdichas, tiene dolores y sacrificios; tiene ilusiones y esperanzas. En definitiva la vida es un compendio de sensaciones y no un cúmulo de placeres. La vida pasa por la sensibilidad que demuestre el hombre en descubrir sus encantos que no están en una noche de placer de un hotel cinco estrellas sino que permanecen en saber descubrir una puesta de sol o en saber escuchar el silencio en medio de la soledad, o en disfrutar la belleza de una flor y el canto de un pájaro.
La vida tiene sensaciones y encantos que muchas veces el mundo niega. “El mundo” como tu lo entiendes tiene banalidades. La vida es otra cosa: La vida tiene encantadores silencios, el mundo tiene terribles barullos. El mundo tiene materia, la vida tiene espíritu. La vida permite descubrir al mundo más allá de su descubrimiento. La condición es no andar corriendo. Siempre la vida descubre algo del mundo, mientras que el mundo condena en muchos casos a la vida. La condición es caminar lentamente y sin apuros más allá que el mundo te pida que corras cada vez más ligero. La vida tiene inteligencia. El mundo tiene voluntades y muchas veces las voluntades del mundo no responden a la inteligencia de la vida. La vida tiene prudencia, el mundo tiene apuros. La vida tiene pureza el mundo se contamina. La vida tiene esperanzas, el mundo tiene condenas. La vida tiene sentimientos, el mundo tiene cadenas. En definitiva quien camina despacio disfruta de la vida. Quien anda ligero acompaña al mundo.
Walter Bonetto