viernes, 2 de septiembre de 2016

ENTRE LA VIDA Y EL MUNDO

Dos amigos hablaban muy reflexivamente. Uno de ellos muy rico y adinerado y el otro muy austero y humilde.
— ¡Jorge!Ya no sos más como antes, la posición te ha cambiado. El dinero te he cambiado.

— Lo que pasa, Luis. Es que tengo tantas cosas que atender que el tiempo no me alcanza.
— Seguro, los más humildes, los trabajadores, los que tenemos que ganarnos el pan día a día “el tiempo nos sobra”
— El tránsito de la vida es agitado, muy agitado. ¿Cómo detenerse por unos instantes para reflexionar y continuar después?
-No no se puede, hay que apurarse, la vida pasa cuando menos te descuidas y tú tienes que vivirla. –contestó Jorge-
— ¡Vivirla! ¿Y qué es vivirla?
— Vivirla es disfrutarla. Sentir la vida con todas sus emociones, entonces tienes que andar actualizado con el latir del mundo, con el compás de la moda y de las nuevas ondas. No puedes quedarte. El que se queda pierde.
— ¿Pierde? ¿Qué pierde?
— Y pierde el disfrutar… pierde tantas cosas.
— ¿Vos, Jorge, comprendes el latir del mundo, o lo ignoras?
— No, no lo ignoro. Como crees que pueda ignorar vivir una noche en Paris con todos sus espectáculos y atracciones. Como voy a ignorar un famoso crucero por el Mediterráneo en un lujoso trasatlántico con un lujoso casino en su interior. O un vuelo en un yumbo de lujo sobre Egipto, o una recepción en un hotel de cinco estrellas en la ciudad de Las Vegas para luego concurrir a sus famosas salas de juegos y espectáculos y tantas cosas maravillosas del mundo que han sido hechas por el hombre y para el hombre. Lo que ocurre que el mundo corre ligero y si no me apuro nada logro, quiero vivirlo, explorarlo y disfrutarlo antes que se me pase la vida.
— Pero el mundo tiene otras dimensiones, otras formas. Como tú vas tan ligero no la descubres, no las encuentras. Es una lástima. El mundo no es tan mundo cuando no se descubren otras realidades de la vida, quizás más simples, más elementales, pero más importantes. No hace falta poder ir al casino de Las Vegas para ser feliz en este mundo. No hace falta andar tan deprisa ni gastar tanto dinero para encontrar la belleza de cada día.
— ¿Y cómo es entonces el mundo?
— Mira, el mundo no es cuadrado. Es redondo y gira. El mundo cuando tiene vida es inquieto pero no esta apurado. El apurado eres vos. Diría mejor: el desesperado eres vos, que quieres dominar al mundo sin saber que el mundo te domina a tí desde antes que nacieras y te dominará hasta tu muerte.
— ¿Y qué me aconsejas?
— Que te calmes, que reflexiones, que no te apures, que seas prudente, que ames a la naturaleza del mundo porque ahí pasa tu vida, tus sueños y tus esperanzas. Que seas austero, humilde y servicial, que no te acomplejes ni te desesperes ante los dolores que suelen ser muchos y que los soportes con hidalguía. Que pienses realmente que no es quien llega primero el que gana la carrera de la vida, porque la vida no tiene carrera. La vida tiene tristezas y alegrías, tiene encantos y desdichas, tiene dolores y sacrificios; tiene ilusiones y esperanzas. En definitiva la vida es un compendio de sensaciones y no un cúmulo de placeres. La vida pasa por la sensibilidad que demuestre el hombre en descubrir sus encantos que no están en una noche de placer de un hotel cinco estrellas sino que permanecen en saber descubrir una puesta de sol o en saber escuchar el silencio en medio de la soledad, o en disfrutar la belleza de una flor y el canto de un pájaro.
La vida tiene sensaciones y encantos que muchas veces el mundo niega. “El mundo” como tu lo entiendes tiene banalidades. La vida es otra cosa: La vida tiene encantadores silencios, el mundo tiene terribles barullos. El mundo tiene materia, la vida tiene espíritu. La vida permite descubrir al mundo más allá de su descubrimiento. La condición es no andar corriendo. Siempre la vida descubre algo del mundo, mientras que el mundo condena en muchos casos a la vida. La condición es caminar lentamente y sin apuros más allá que el mundo te pida que corras cada vez más ligero. La vida tiene inteligencia. El mundo tiene voluntades y muchas veces las voluntades del mundo no responden a la inteligencia de la vida. La vida tiene prudencia, el mundo tiene apuros. La vida tiene pureza el mundo se contamina. La vida tiene esperanzas, el mundo tiene condenas. La vida tiene sentimientos, el mundo tiene cadenas. En definitiva quien camina despacio disfruta de la vida. Quien anda ligero acompaña al mundo.
Walter Bonetto

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