No fue una leyenda, fue una realidad que fascino a
gran parte del mundo, en el Alto Perú
los españoles a partir del Siglo XVI
contaban con un cerro que dio más
del 80% de la plata de américa, riqueza que fue sacada de las entrañas de un
“cerro rico” y desparramada por Europa y
también en menor grado por Asia; otra parte de lo extraído, aunque en menor
cantidad, quedó en América, y aquel famoso cerro que soportó unos cinco mil socavones, o bocas
de entrada cavadas en la montaña con
enormes galerías subterráneas muchas conectadas entre sí, todas hechas a pico y
pala, fue con los años totalmente
agotado de tan preciado metal y en esa empresa quedó la vida de miles de
hombres y animales sometidos con
rigurosidad y en muchos casos de modo
brutal para extraer el metal y permitir
que mercaderes del mundo hicieran fortunas, muchas de ellas incalculables. Para
muchos ese lugar era llamado como “la entrada del infierno”.
Según la historia
fue el indígena quechua, Diego
Huallpa a quien se le atribuye que
encontró la riqueza de ese cerro en un momento que se le escaparon dos llamas
de su majada hacia la montaña cuando iban a ser encerradas en un corral de palos como lo hacía
habitualmente; entonces Diego, luego de
encerrar las restantes fue a buscar las
mismas pero y era muy tarde y el sol
estaba entrado, luego de recorrer
senderos entre la montaña, junto a las penumbras encontró a los animalitos
escapados pero después de agarrarlos lo sorprendió
la noche cerrada, no existiendo en el lugar senderos definidos y a pesar de los
intentos por regresar se perdía ante las malezas del mismo, entonces se dio
cuenta que debía pasar ahí la noche y bajar al amanecer del nuevo día.
Ante esta situación y para protegerse del frio, ya con los animales atados para que no
escaparan, decidió encender sobre una
especie de playa una fogata usando mucha leña seca y arbustos que tenía a
su alrededor; alimentando de tanto en tanto el fuego pasó la noche pero antes
del amanecer observó que de entre las brasas aparecían unos cordones finos y
brillantes que corrían en pendiente
hacia el desnivel del terreno y no tardó en darse cuenta que era plata fundida
por el intenso calor de la hoguera. O sea que se daba cuenta que la plata pura
estaba a flor de tierra en aquel cerro.
Esto ocurrió en el año 1545. Denunciado este
acontecimiento por el pastor, los españoles no tardaron en intervenir y tomar
posesión del lugar y así se descubrió un
cerro con gran cantidad de metal precioso
a más de cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar y no dudaron
en organizar su urgente explotación y en done se encontraba una riqueza
inmensa y se aceleraba su explotación;
en la medida que ocurría esto, al pie del cerro se desarrollaba aunque de
manera desordenada una importante población
que no tardó en ser nombrada “Villa Imperial” por el Rey de España. El
encuentro de Diego Huallpa había resultado algo fabuloso para la riqueza de la
corona.
En 1560, aquella
población alcanzó cincuenta mil habitantes, de los cuales casi una cuarta
parte eran españoles atraídos por la riqueza que florecía en el lugar.
Inicialmente como ya fuera expresado, se constituyó como un asiento minero,
dependiente de la ciudad de La Plata (la actual Sucre), y luego
de intensas gestiones logra obtener en el año 1561 el rango de ciudad. En 1573,
el virrey Francisco de Toledo ordenó un censo dejando como
resultado que en lugar había una población 120 000 almas que
componían lo que ahora se la llamaba “Villa
Imperial de Potosí”.
El crecimiento de esta ciudad fue asombroso y en el
año 1625 tenía una población de más de
160000 habitantes lo cual era un
conglomerado muy superior a muchas ciudades europeas y Potosí por su fabulosa riqueza tomó una
significativa importancia a nivel mundial.
Para explotar la riqueza del lugar los españoles
usaron a los indígenas y así fue como el
Rey de España impuso el trabajo obligatorio para los indios del Perú, exigiéndoles
a trabajar en la oscuridad de la
tenebrosa mina para extraer el material,
sometiendo a estos hombres al sistema de “Mita”, los que debían cumplir entre 15 a 18 horas por día en trabajo
forzado en medio de la niebla y la
oscuridad, donde no faltaban los derrumbes
que ocasionaban la muerte de centenares de trabajadores; ante esta
situación existieron muchas rebeliones pero fueron reprimidas brutalmente por
las autoridades causando la muerte o asesinato de sus líderes, tratando así de
mantener el objetivo de extraer a cualquier precio la plata del cerro.
Trabajaban estos hombres en medio de una gran cantidad
de polvo y niebla no teniendo noción cuando era noche o día, además respiraban
un aire enrarecido y contaminado que a muchos les producía mareos descomposturas
y permanecían en un ambiente también muy frio, ante esta situación tremenda
muchos se sentían enterrados vivos y sabían que estaban enfrentados a una
muerte inmediata.
El Cerro Rico le dio al mundo miles de toneladas de
plata y se llevó también sin contemplación a miles de vidas humanas que con un
sufrimiento extremo murieron en la montaña por derrumbes, hambre y frio. Para
los explotadores de la mina lo que valía era la plata, mientras que la vida
humana era totalmente secundaria lo cual habla de una verdadera perversión del
ser humano ante la codicia de lo material. Hoy el cerro rico esta sin betas de
metal precioso, aunque sus galerías
existen y son transitadas eventualmente por aventureros que piensan hallar lo
que otros podría no haber descubierto y así es como se arriesgan a recorrer sus
entrañas y hay hasta niños que perdieron y pierden la vida por esta aventura.
Walter
Bonetto
29-9-2017