viernes, 29 de septiembre de 2017

LA PLATA DE POTOSÍ (PARTE 1)

No fue una leyenda, fue una realidad que fascino a gran parte del mundo,  en el Alto Perú los españoles a partir del Siglo XVI  contaban con un cerro  que dio más del  80% de la plata de américa, riqueza que fue sacada de las entrañas de un “cerro rico” y desparramada  por Europa y también en menor grado por Asia; otra parte de lo extraído, aunque en menor cantidad, quedó en América, y aquel famoso cerro  que soportó unos cinco mil socavones, o bocas de entrada cavadas en la montaña  con enormes galerías subterráneas muchas conectadas entre sí, todas hechas a pico y pala,  fue con los años totalmente agotado de tan preciado metal y en esa empresa quedó la vida de miles de hombres y animales  sometidos con rigurosidad y en muchos casos  de modo brutal  para extraer el metal y permitir que mercaderes del mundo hicieran fortunas, muchas de ellas incalculables. Para muchos ese lugar era llamado como “la entrada del infierno”.

Según la historia  fue el indígena quechua,  Diego Huallpa   a quien se le atribuye que encontró  la riqueza de ese cerro  en un momento que se le escaparon dos llamas de su majada hacia la montaña cuando iban a  ser encerradas en un corral de palos como lo hacía habitualmente;  entonces Diego, luego de encerrar las restantes  fue a buscar las mismas  pero y era muy tarde y el sol estaba entrado,  luego de recorrer senderos entre la montaña, junto a las penumbras encontró a los animalitos escapados  pero después de agarrarlos lo sorprendió la noche cerrada, no existiendo en el lugar senderos definidos y a pesar de los intentos por regresar se perdía ante las malezas del mismo, entonces se dio cuenta que debía pasar ahí la noche y bajar  al amanecer del nuevo día. 

Ante esta situación y para protegerse del frio,  ya con los animales atados para que no escaparan,  decidió encender sobre una especie de playa  una fogata  usando mucha leña seca y arbustos que tenía a su alrededor; alimentando de tanto en tanto el fuego pasó la noche pero antes del amanecer observó que de entre las brasas aparecían unos cordones finos y brillantes  que corrían en pendiente hacia el desnivel del terreno y no tardó en darse cuenta que era plata fundida por el intenso calor de la hoguera. O sea que se daba cuenta que la plata pura estaba a flor de tierra en aquel cerro.
Esto ocurrió en el año 1545. Denunciado este acontecimiento por el pastor, los españoles no tardaron en intervenir y tomar posesión del lugar  y así se descubrió un cerro con gran cantidad de metal precioso  a más de cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar y no dudaron en organizar su urgente explotación y en done se encontraba una riqueza inmensa  y se aceleraba su explotación; en la  medida que ocurría esto,  al pie del cerro se desarrollaba aunque de manera desordenada  una importante población que no tardó en ser nombrada “Villa Imperial” por el Rey de España. El encuentro de Diego Huallpa había resultado algo fabuloso para la riqueza de la corona.
En  1560,  aquella   población alcanzó cincuenta mil habitantes, de los cuales casi una cuarta parte eran españoles atraídos por la riqueza que florecía en el lugar. Inicialmente como ya fuera expresado, se constituyó como un asiento minero, dependiente de la ciudad de La Plata (la actual Sucre), y luego de intensas gestiones logra obtener en el año 1561 el rango de ciudad. En 1573, el virrey Francisco de Toledo ordenó un censo dejando como resultado que en lugar había una población 120 000 almas que componían lo que ahora se la llamaba  “Villa Imperial de Potosí”.
El crecimiento de esta ciudad fue asombroso y en el año 1625  tenía una población de más de 160000 habitantes  lo cual era un conglomerado muy superior a muchas ciudades europeas y Potosí  por su fabulosa riqueza tomó una significativa importancia a nivel mundial.
Para explotar la riqueza del lugar los españoles usaron a los indígenas y así fue como  el Rey de España impuso el trabajo obligatorio para los indios del Perú, exigiéndoles  a trabajar en la oscuridad de la tenebrosa mina  para extraer el material, sometiendo a estos hombres al sistema de “Mita”,  los que debían  cumplir entre 15 a 18 horas por día en trabajo forzado  en medio de la niebla y la oscuridad, donde no faltaban los derrumbes  que ocasionaban la muerte de centenares de trabajadores; ante esta situación existieron muchas rebeliones pero fueron reprimidas brutalmente por las autoridades causando la muerte o asesinato de sus líderes, tratando así de mantener el objetivo de extraer a cualquier precio la plata del cerro.
Trabajaban estos hombres en medio de una gran cantidad de polvo y niebla no teniendo noción cuando era noche o día, además respiraban un aire enrarecido y contaminado que a muchos les producía mareos descomposturas y permanecían en un ambiente también muy frio, ante esta situación tremenda muchos se sentían enterrados vivos y sabían que estaban enfrentados a una muerte inmediata.  
El Cerro Rico le dio al mundo miles de toneladas de plata y se llevó también sin contemplación a miles de vidas humanas que con un sufrimiento extremo murieron en la montaña por derrumbes, hambre y frio. Para los explotadores de la mina lo que valía era la plata, mientras que la vida humana era totalmente secundaria lo cual habla de una verdadera perversión del ser humano ante la codicia de lo material. Hoy el cerro rico esta sin betas de metal precioso,  aunque sus galerías existen y son transitadas eventualmente por aventureros que piensan hallar lo que otros podría no haber descubierto y así es como se arriesgan a recorrer sus entrañas y hay hasta niños que perdieron y pierden la vida por esta aventura.

Walter Bonetto

29-9-2017